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El Sky sigue moviendo los hilos a su interés

  • El equipo de Froome mantiene su ritmo matemático para evitar cualquier sobresalto

A pesar de tener enormes similitudes, la etapa de Sierra Nevada no sirvió para provocar un cataclismo en la clasificación como el de Formigal hace tan sólo un año. En esta ocasión, el Sky sólo dejó hacer lo que más le convenía a los intereses de su líder, Chris Froome.

El británico, que viste de rojo desde la tercera etapa en Andorra, llega a la última semana, con cinco de las seis etapas a priori muy complicadas, en la situación planificada: dominando, controlando y mandando para resignación de todos sus rivales.

Froome da la sensación de estar reservando fuerzas para cuando sea necesario

Ni el inconformista Alberto Contador (Trek) ha logrado torcer el gesto a un Froome que siempre está acompañado por alguno de los miembros de su guardia pretoriana.

A falta de 13 kilómetros era Vincenzo Nibali (Bahrain) el que lo probaba. Al ver que no iba a ningún sitio, optó por conformarse con lo que tiene y tratar de mantenerlo, eso sí, con seis segundos.

El planteamiento matemático del británico le está ofreciendo una buena rentabilidad en las dos primeras semanas de competición, salvo el susto que sufrió camino de Antequera en forma de doble caída.

El único que todavía no ha cedido por completo a su presión es Nibali, que va a llegar a la contrarreloj de 40 kilómetros entre el Circuito de Navarra y Logroño a un 1.01 minutos.

El resto de los rivales que acechan el maillot rojo, en la mayoría de los casos con más ilusión que ambición de ser capaces de lograrlo, ya se encuentran a más de dos minutos.

El único que parece tener recursos es Miguel Ángel López (Astana), hasta la fecha el único que ha restado segundos con Froome. Los más de tres minutos de retraso que acumulaba bien han podido ser una razón de peso para que Sky le haya permitido esos movimientos.

A la espera de la llegada de esos 40 kilómetros de pelea individual contra el cronómetro entre tierras riojanas y navarras, Froome da la sensación de no querer gastar más fuerzas de las estrictamente necesarias. A partir de ahí, y previsiblemente con una renta a su favor todavía mayor, será cuando podría replantearse sus siguientes movimientos en carrera.

El ciclismo científico que practica a rajatabla la formación británica, como si estuviese en un laboratorio de ensayos, le permite controlar casi a su antojo al pelotón. Y no parece que eso vaya a cambiar.

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