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The Hayes, zona roja y termómetro de la ciudad

  • Por ahora, se dejan ver más sevillistas que madridistas en la pequeña y coqueta Cardiff.

Aunque la locura llegará hoy, poco a poco Cardiff va tomando colorido futbolístico. La coqueta capital galesa se encapota con facilidad y su climatología es tema estrella de conversación en las reuniones de sevillistas. Con la misma rapidez con que abre y sale el sol, descarga un chaparrón fuerte en segundos y es que el fuerte viento mueve las nubes a su antojo y reduce la sensación térmica en algunos grados. La emocional va en aumento en las calles peatonales del centro, corazón de esta pequeñita ciudad (apenas habitada por unas 300.000 almas) que le da la espalda a la bahía, precisamente donde aguarda apartado del bullucio de tiendas y restaurantes la expedición sevillista. Preparado y concentrado en el St. Davis, el más lujoso hotel de Cardiff, el Sevilla espera su momento.

A veinte minutos andando de la bahía, ese entramado de callejuelas en las que entre grandes centros comerciales, pubs y tiendas se salpican iglesias de curiosa estructura, como la de St. Johns -en la que se puede incluso tomar un té dentro- es el termómetro de Cardiff. Ahí vive Juan Cala, por ejemplo, y ahí está la zona frecuentada por los sevillistas y por cualquier turista que se precie. En The Hayes, una de las clásicas pequeñas arterias de este coqueto centro, se sitúa la Fan Zone sevillista, que ya ayer lucía un color distinto y que hoy a la una de la tarde estará a rebosar. La Supercopa de Europa, ese trofeo que hoy puede alzar Fazio sobre su cabeza si todo se da como esperan los blancos, hasta ayer expuesta en una carpa especial y a disposición de quien quisiera fotografiarse con ella, era la atracción en este enclave en el que hoy el presidente, José Castro, dará el pistoletazo de salida a la locura, a la locura sevillista.

Se espera casi igual número de aficionados de Sevilla y Real Madrid, pero era muy raro ayer ver camisetas blancas. Unas 3.000 personas de cada equipo con victoria de momento sevillista. Los cánticos repletos de ilusión, sentimiento y euforia, amortiguan los lacónicos cantos de las gaviotas que la cercanía del mar provoca que a cierta hora sea la banda sonora de la vida en Cardiff. Ahora no, ahora son las voces del sevillismo, que vela armas porque su equipo disputa una final europea. Y eso son palabras mayores.

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