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Treinta afectados por los pinchazos

  • Varios espectadores arrojaron clavos de carpintero en el descenso del puerto

Las últimas rampas del ascenso al Mur de Péguére se vieron empañadas por una treintena de pinchazos de ciclistas provocadas por clavos de carpintero, que fueron lanzados a la carretera por un espectador.

El más afectado fue el defensor del título, el australiano Cadel Evans, que pinchó hasta en tres ocasiones, lo que le descolgó del pelotón que, dirigido por Bradley Wiggins, decidió frenar su ritmo para esperarlo.

"Es un acto particularmente molesto y estúpido", afirmó el director del Tour, Christian Prudhomme, mientras que su segundo, Jean-Francois Pescheux, mostró algunos de los clavos recogidos en la carretera y precisó que "esto no es un estadio de fútbol, no se puede controlar todo lo que pasa en la cuneta".

El director del BMC, John Lelangue, se mostró particularmente duro con el autor de los hechos, al que consideró "criminal" por las consecuencias que hubiera podido causar en el descenso del puerto.

Wiggins lideró el grupo y ordenó que se detuviera el ritmo para esperar a los afectados por los pinchazos, en particular a Evans, cuarto de la general. "Nos dimos cuenta de que algo no iba bien, había demasiados pinchazos", afirmó el maillot amarillo, que añadió que "no se ataca a alguien que es víctima de la mala suerte".

El único que aprovechó la situación para salir del grupo fue el francés Pierre Rolland, vencedor de la etapa de La Toussuire. El ciclista del Europcar se defendió alegando que no sabía lo que había ocurrido con los clavos. "Había pensado atacar en el ascenso para recuperar algo del tiempo perdido en la primera semana, pero como no pude me lancé en la bajada. Hasta que no me alcanzaron, entré de nuevo en el pelotón y me reprocharon el ataque no supe lo sucedido", afirmó.

Rolland se mostró muy molesto con quienes le hicieron reproches. "Yo siempre respeto al pelotón y sus códigos, tengo clase suficiente como para no atacar cuando hay un pinchazo. Me han molestado mucho sus reproches".

No es la primera vez que el Tour de Francia se ve perturbado por algo así. En 1996, un hecho similar se produjo en el pelotón camino de Valence, pero entonces afectó más a los coches que a los ciclistas.

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