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La Villa Olímpica, un pueblo austero con aires de fortaleza

  • Las instalaciones olímpicas londinenses presumen de multitud de servicios y de férrea seguridad.

Desde el exterior, la Villa Olímpica de Londres, erigido en una zona industrial, parece un fuerte casi inexpugnable, con muros de hormigón y cámaras de seguridad, y en su interior un pueblo austero a pesar de los restaurantes, tiendas, y flores por doquier. Dentro de los muros de la villa, los patrocinadores de los Juegos son los reyes, ofreciendo sus productos o luciendo sus logotipos en todas partes.

La entrada a la villa, ubicada en barrios históricamente humildes del este de Londres, brinda un nuevo tono; los visitantes deben pasar primero por un gigantesco y flamante centro comercial, construido justo arriba de una red ferroviaria. El recinto del parque recuerda a un aeropuerto o a un complejo diplomático bajo estricta vigilancia, con sus muros de hormigón coronados con imponentes rejas, alambre de púas y cámaras de seguridad. Militares en uniforme de camuflaje, pero con algún adorno colorido, y guardias de seguridad revisan minuciosamente a los visitantes. Eso sí, una vez superados los controles de seguridad el ambiente olímpico se hace latente. "Bienvenidos a Londres 2012", anuncian los paneles electrónicos.

La villa se extiende sobre una superficie de 2,5 km², o sea, el equivalente a unos 300 campos de fútbol. En este templo del deporte, las zapatillas deportivas son de rigor incluso para los espectadores. "Hay que prever 30 minutos a pie para llegar desde la piscina al velódromo", advierten los carteles informativos."Los Juegos Olímpicos, es una cuestión de resistencia y no sólo para los deportistas", destaca con malicia Lyn Cooke, figurante en la ceremonia inaugural.

El flamante y moderno estadio blanco, con capacidad para 80.000 spectadores, se impone desde la propia entrada al recinto, así como la piscina, con su techo en forma de ola marina. Sin embargo, la extensión de las tribunas, con andamios de un extremo al otro de la ola, le roba un poco su elegancia al edificio. En frente, el recinto del waterpolo luce un techo plateado inflable con carácter temporario. "Las instalaciones son funcionales, pero esto no se parece a la bella arquitectura de los Juegos de Barcelona 92", constata un periodista polaco, Maciej Petruczenko, quien carga con varias ediciones sobre sus espaldas.

Hay estudios de televisión instalados en un edificio que no es otra cosa que un conjunto de contenedores muy bien ordenados. Los stands de comida, que bordean los inmensos caminos asfaltados están instalados bajo tiendas, con excepción de McDonald's, patrocinador oficial de los Juegos, un bar de campaña y el pabellón prestigio en el que hay seis restaurantes. "Es la instalación temporal más cara jamás construida para acoger VIPs, patrocinadores y a cualquier persona en general", explica Tony Barnard, director comercial de la Villa Olímpica.

La construcción del pabellón costó 12 millones de euros. Son necesarios hasta 5.700 euros para conseguir el paquete de cena en el pabellón, acompañada de entrada para uno de los mejores sitios en el estadio. Los 70.000 voluntarios de los JJOO y Paralímpicos tienen derecho a una buena comida diaria, en la cantina destinada al personal o en McDonald's. Nuevos espacios verdes, decorados con cuadrados con diferentes flores campestres, pueden verse por todas partes, pero no es suficiente para enmascarar el aspecto todavía poco cálido y muy comercial del lugar.

Inmensas tiendas ofrecen todo tipo de accesorios oficiales, entre los cuales la mascota de los Juegos estampada sobre camisetas. Pero, ¡cuidado en el momento de pagar! "Estamos orgullosos de sólo aceptar las tarjetas VISA", advierte la publicidad. El centro de prensa, por su parte, ofrece casi todos los servicios: correo, minisupermercado, farmacia y hasta un salón de belleza. Para las más coquetas es posible hacerse barnizar las uñas con los colores de la bandera de su preferencia.

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