Barcelona-betis

Un abismo los separa

  • El Betis, que quizá haya dicho su última palabra en esta Liga, visita a uno de los favoritos al título. El Barça, con 53 puntos más que los béticos, con importantes bajas en la zaga.

Muy lejos de cuando, hace una década, el Betis podía aspirar a arañar puntos del Camp Nou, la diferencia hoy entre ambos equipos no da siquiera pie a la esperanza. Un abismo separa a barcelonistas y béticos en la clasificación, nada menos que la diferencia entre los 75 puntos de los azulgrana y los 22 de los verdiblancos. Pero lo peor es que esa distancia de 53 puntos, sideral, es real. El Barça es uno de los tres mejores equipos de España y de los ocho de Europa y el Betis es vigésimo en la tabla y quizá haya dicho ya su última palabra.

En una tesitura más normal, si el Betis ostentase al menos los 30 puntos de los tres equipos que lo preceden, podría tomar el partido a modo de inventario, como un paréntesis obligado de cara a coger fuerza para un tramo final que se antoja trepidante en la cola. Pero, desgraciadamente no es así, aunque las matemáticas aún le otorguen al peor equipo del curso remotas opciones de permanencia. En la retina de los béticos permanecen aún los regates de Amrabat y Juanmi en el trágico tramo final del partido último frente al Málaga. Fue el lunes pasado y el Betis se pegó un tiro en el pie del que difícilmente se recuperará para al menos seguir caminando. Los ocho puntos de distancia que pudieron ser cinco y que, presumiblemente, será alguno más cuando abandone el Camp Nou sin que se haya puesto aún el sol en este sábado de Cuaresma, son una losa terrible para Gabriel Humberto Calderón y su gente.

Muy lejano queda ya el aldabonazo liguero en el Santiago Bernabéu y hasta da grima recordar las críticas hacia Mel por una derrota en la que el Betis plantó cara de tú a tú al coloso (2-1). Pero aquellos aires de grandeza ya empezaron a emponzoñar lo que posteriormente ha sido pasto para goleadas ominosas con el propio Mel, con Garrido y con Calderón. Tanto que la palabra de moda por Heliópolis es dignidad. Dignamente perdió el Betis por 5-0 en la Copa del Rey en este mismo escenario hace tres años e indignamente ha caído en multitud de partidos ante iguales por su escasa competitividad, cualidad que algunos creyeron recuperada pero que el tiempo ha demostrado que no es así. La locura del calendario motiva, además, que habiendo jugado el Barça en Champions, sólo haya descansado un día menos que los verdiblancos, toda vez que éste fue el martes ante el Atlético. Es decir, ni la baza de coger más cansado a los azulgrana, la tienen los heliopolitanos de su parte.

Por supuesto, tratar de adivinar cómo jugará el Betis es otra de las incógnitas. Y es que hasta el modelo que vendió la institución cuando las vacas gordas con Pepe Mel ha perdido ya su vigencia, en el primer equipo y en la cantera. Con Calderón ha jugado con tres defensas, con cuatro y con cinco y, eso sí, normalmente arropadito, en absoluto valiente. Y, lógicamente, ante el Barcelona ni tendrá el balón ni será capaz de presionar arriba para incomodar al coloso. Todo lo que no sea esperar y que sean pocos los goles que caigan podría ser considerado una sorpresa, por mucho que de salida pudiera verse a un Betis impetuoso por el lícito afán de mostrarse de algunos de sus futbolistas, si bien lo normal es contemporizar y apostar por contras veloces.

Calderón contará con bajas, aunque con su columna vertebral intacta. Adán, N'Diaye y Rubén Castro no faltarán a la cita y hasta Paulao ha dado el sí. Martino contará con bajas de calado en la zona de atrás. Víctor Valdés, Piqué y Jordi Alba son bajas y tampoco es descartable que reserve a algún futbolista de cara a la vuelta europea frente al Atlético. Quizá por ello también pueda esperarse una salida en tromba de los azulgrana para resolver el trámite y pensar en la cita grande del miércoles. Pero que nadie vea fantasmas. La distancia entre ambos es abismal por mor de las televisiones y demás, pero el Betis se ha empeñado solito en que en su caso sea aún mayor. Está cuajando la peor temporada de su historia en Primera, una vergüenza que tardará en olvidar el bético de verdad.

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