El Sevilla sigue metido de lleno en la pelea por alcanzar la cuarta plaza. El conjunto de Antonio Álvarez cumplió con su obligación de derrotar al Atlético de Madrid en un partido que nada tendrá que ver con la final de la Copa del Rey, por supuesto que no, pero que era obligado cerrarlo con tres puntos más en el casillero por parte sevillista. Eso, justo eso, fue lo que hicieron los jugadores nervionenses para dejar abierta una espita a la esperanza que no se cerrará hasta la última cita con el Almería en la Andalucía más oriental.

No fue un choque brillante, tal y como se esperaba, por mucho que la intensidad del arranque pudiera sorprender a muchos de los analistas que habían vaticinado un paseo del Atlético por el Sánchez-Pizjuán. Algo así como una alfombra roja para que el Sevilla sumara los tres puntos sin necesitar siquiera sudar la camiseta por aquello de que su triunfo, objetivamente, le interesara a los dos contendientes. Está claro que el conjunto de Quique no se iba a jugar la pierna, pero sí puso en riesgo desde el minuto inicial las del rival. Porque a ver quién le pone un calificativo suave a la entrada de Agüero a Zokora en el primer minuto. Sí, en Inglaterra sería calificado de juego viril, pero allí pudo salir alguien perjudicado por mucho que el argentino fuera inicialmente al balón.

¿Era una declaración de intenciones por parte de los visitantes o simplemente una manera de saldar las numerosas cuentas pendientes que parecen existir entre estos dos equipos desde un tiempo a esta parte? El desarrollo del encuentro se encargaría de demostrar que era más lo segundo que lo primero, que el Atlético tampoco iba a exponer más de lo necesario, pero que sí iba a dejar más de un recadito en las piernas de los anfitriones por lo que pudiera pasar de cara al futuro.

Pero eso es fútbol, un deporte para hombres, según reza el libro de los tópicos de este deporte, y tampoco es cuestión de meterse en más interioridades al respecto. Sobre todo porque el partido se iba a encargar muy pronto de suprimir cualquier tiempo de stand by. Ni siquiera se contabilizaban cinco minutos de juego cuando un cabezazo de Luis Fabiano con todo a favor obligaba a De Gea a realizar un verdadero paradón para lanzar la pelota a córner. El saque de esquina se bota y allí se estrellan no menos de seis futbolistas de ambos equipos en ese choque de trenes por rematar, unos, y por despejar, los otros. La pelota, caprichosa, pasa, sin embargo, por medio de todos ellos y le llega a los pies de un Luis Fabiano que se ha quitado de jaleos para hallar un gol de pillo.

El Sevilla se había puesto pronto por delante y eso, con el calor que hacía y con el desgaste que traía el Atlético de su feliz aventura en Liverpool, aparentaba ser suficiente para no tener mayores sobresaltos. Pero ese Atlético dadivoso que muchos aventuraban se encuentra con la igualada muy prontito. También fue una acción a balón parado y todo estaba como antes de comenzar con apenas ocho minutos en los cronómetros. Pero el partido ya se había desbocado y los anfitriones se encontrarían con un penalti tres cuartas partes regalado por Valera y una cuarta parte por el propio Pérez Burrull. 2-1, sólo 13 minutos en el reloj y aquello marcha como un caballo sin freno.

Por medio, las piernas se dejan en algunos cruces con evidente riesgo para el contrincante. Pero tampoco era cuestión de seguir al mismo ritmo de producción goleadora, ya que entonces el marcador se podía acercar peligrosamente al balonmano. El Sevilla, que había partido con un esquema idéntico al de las últimas citas, pero con el matiz del ingreso de Konko, Fazio y Negredo en su alineación titular, comenzó a tratar de controlar algo más el juego. No se trataba de echar el balón abajo, una propuesta que parece cada vez más lejana a pesar de las buenas intenciones al respecto que predicaba Antonio Álvarez, se trataba de manejar la situación mejor que un rival que cada vez se iba a sentir más a disgusto si estaba por detrás en el marcador.

Fueron minutos con más opciones para la entidad blanquirroja, aunque también Agüero iba a tener la suya en un despiste generado en el eje del centro del campo. Así transcurrió el juego hasta que Pérez Burrull sancionó lo que la mayor parte de sus compañeros obvian. Un derribo de Perea a Konko, de los muchos que hay en todas las áreas, mandó a Negredo al punto de penalti y, lo que es peor, a Luis Fabiano a la enfermería. El Sevilla se había puesto con 3-1 antes del intermedio. Misión cumplida para seguir sumando.

Porque el segundo periodo no iba a tener nada que ver con el primero. La intensidad de ambos conjuntos se vio sensiblemente reducida, algo que iba a favor de los intereses locales, y el tanteo no se movería más. No es que el Sevilla jugara mejor al fútbol que en épocas pasadas, pero sí sumó los tres puntos y eso, siempre, siempre, es lo trascendental. Ganó quien más lo necesitaba, como estaba obligado. Ahora, a Santander; después, Barcelona y Almería... ¿Será capaz este Sevilla de llegar a la meta?

Ficha técnica:

3 - Sevilla FC: Palop; Konko, Fazio, Escudé, Fernando Navarro (Perotti, m.33); Jesús Navas, Zokora, Renato, Adriano; Luis Fabiano (Acosta, m.42) (Lolo, m.73) y Negredo.

1 - Atlético de Madrid: De Gea; Valera, Perea, Domínguez, Leandro Cabrera; Jurado, Tiago, Camacho, Reyes (Simao, m.75); Agüero (Ibrahima, m.81) y Salvio.

Goles: 1-0, M.05: Luis Fabiano. 1-1, M.08: Tiago. 2-1, M.13: Negredo, de penalti. 3-1, M.39: Negredo, de penalti.

Árbitro: Alfonso Pérez Burrull (Comité Cántabro). Amonestó a los visitantes Agüero (m.12), Perea (m.37), Salvio (m.58) y Leandro Cabrera (m.89) y a los locales Fernando Navarro (m.32) y Konko (m.82).

Incidencias: Partido disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán ante unos cuarenta mil espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones. Antes del encuentro hizo el saque de honor el ex delantero internacional croata del Sevilla Dávor Súker.