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Álvaro Ratón, portero del Zaragoza, absuelto de delito de agresión sexual

  • El juzgado considera que "no ha quedado acreditada, más allá de toda duda razonable," la participación del acusado en los hechos.

Álvaro Ratón, portero del Zaragoza

Álvaro Ratón, portero del Zaragoza

Álvaro Ratón, portero del Real Zaragoza, que fue acusado de agredir sexualmente a una mujer en 2018 en Carballino (Orense), ha quedado absuelto de sendos delitos de agresión sexual y lesiones, al no haber quedado acreditado lo ocurrido.

Los hechos se remontan a finales de junio del citado año, en la noche de San Juan, cuando una mujer denunció que el acusado, con el que mantuvo una conversación, la intimidó para mantener relaciones sexuales con ella.

La denunciante aseguró que este la besó contra su voluntad y la zarandeó mientras la empujaba.

Según su versión, el hombre, al que conocía de vista, le dijo "estás muy buena, vamos para aquí, que sólo va a ser un rato" y, acto seguido, le instó a mantener relaciones sexuales. En ese momento, habría intentado forzarla y al negarse, la arrojó contra una pared mientras se bajaba los pantalones delante de ella. El parte físico detectó hematomas en el cuerpo.

Sin embargo, según recoge el fallo facilitado por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, el Juzgado de lo Penal número uno de Orense no considera probado que la agrediese sexualmente ni las lesiones. Además, deja "sin efecto" la prohibición de comunicarse o aproximarse a menos de trescientos metros de la denunciante.

Considera que "no ha quedado acreditada, más allá de toda duda razonable," la participación del acusado en los hechos.

"Dictar una sentencia condenatoria con las pruebas de que se dispone supondría la infracción del principio de presunción de inocencia y del principio in dubio pro reo", abunda el fallo, contra el que cabe recurso ante la Audiencia Provincial de Orense.

La jueza aprecia además "variaciones" en la versión ofrecida por la mujer y apunta que el relato "carece" de corroboraciones periféricas.

De hecho, advierte de que "no hay ningún testigo que viera cómo la agarraba por uno o ambos brazos; que viera cómo la intentaba besar o la besó contra su voluntad; que viera que se bajó los pantalones; que viera que le metió la mano en su ropa interior; o que viera que la empujó contra un banco, escalera o pared".

Todo ello, señala, a pesar de la existencia de dos locales próximos "en los que la gente entra y sale continuamente, en especial en noches como la que ocurrieron los hechos, la noche de San Juan".

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