Fútbol l Segunda División B

Sin ambición no hay premio

  • Un Betis desganado sumó un punto gracias a la falta de acierto de un serio Lucena

El Betis B desperdició una gran oportunidad para poner tierra de por medio con los puestos de descenso y a punto estuvo de caer derrotado por la poca ambición demostrada durante los 90 minutos reglamentarios.

Pero esa falta de ambición no se le puede achacar en exclusiva a los jugadores. Desde el inicio, la alineación de los verdiblancos hizo dudar de cuál es el equipo que juega como local y que tenía la necesidad de ir a por el partido. Manu Gavilán sigue siendo una isla en la delantera, la movilidad ofensiva de Israel por la derecha se compensa taponando la banda izquierda con dos laterales y si para colmo, Cañas cae lesionado en el minuto diez, se obtiene como resultado un Betis insulso que vive en exclusiva de los chispazos de Beñat e Israel.

De esta forma se inició un encuentro en el que el Lucena mostró una gran seguridad defensiva, aunque hay que señalar que el único peligro podía llegar en una combinación por la banda derecha entre Israel y Beñat, ya que por el otro costado Toni y Ramírez hicieron vivir un más que plácido encuentro al lateral cordobés Lobato, hasta el punto de que éste incluso se animó en ataque, por lo que el invento de los dos laterales no le salió bien a Oli.

Aun así tuvo esta primera mitad cinco minutos locos en los que se le anuló un gol a Rubén Cruz, Razak salvó un mano a mano a Abraham y Manu Gavilán gozó de una buena ocasión que desbarató el portero visitante.

Tras el descanso más de lo mismo, con la diferencia de que Beñat e Israel empezaron a notar el cansancio y la presencia del Betis en ataque estuvo bajo mínimos. El Lucena quiso sacar provecho y se marchó al ataque, aunque Cabello, máximo goleador de la categoría, no tenía su tarde ayer y falló una volea dentro del área pequeña y no supo definir tras regatear a Razak en una ocasión generada después de un error garrafal de Álex Ortiz, que no tuvo ayer su mejor día ni mucho menos.

Fue lo único reseñable en una segunda mitad mala de solemnidad y en la que la que el árbitro quiso erigirse en protagonista con un extraño criterio a la hora de sacar tarjetas. Al final un punto que no sabe ni bien ni mal, sino todo lo contrario, pero que parecía firmado de antemano por el filial bético, tanto por el planteamiento inicial como por el posterior movimiento de piezas.

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