Los ingredientes para que el guiso se agriara estaban en la olla. Desgaste físico, derrumbe moral, ansiedad con alta presencia en la atmósfera, muchas escopetas cargadas... Pero en el guiso faltaba el rival. El Almería no fue ese equipo dispuesto a hacer sangre como el Athletic. Tardó en apretar y ello ofreció cierta comodidad a un Sevilla que entre la movilidad de Perotti y el paso adelante de Romaric abrió el partido. Lo que pasó después fue que tres cambios en tres posiciones acabaron debilitando el sistema defensivo y llevando la intranquilidad a la portería de un Palop hasta entonces inédito. Y, claro, los nervios a la grada.

Defensa

Todo iba sobre ruedas en la primera mitad, casi con el 2-0. Romaric iba y venía e igual lanzaba arriba que era la escoba de Duscher y en las bandas Perotti y Jesús Navas ayudaban a los laterales y en la parcela ancha. Los cambios hicieron que alrededor del cinco se encontraran en lugar de estos tres, Renato, Adriano y Capel. Ello no exime a Duscher, que también tuvo demasiados despistes no forzados de colocación, pero el caso es que se acabaron perdiendo los terrenos y el Almería apretó.

Ataque

La propuesta de Jiménez desde hace varias semanas como variante destinada a enriquecer el abanico de opciones es intercambiar la posición de los extremos, para lo que la ayuda de Perotti ha venido muy bien. El argentino exhibió velocidad y descaro, Romaric lo buscó mucho en la primera parte y mantuvo entretenido a Bruno. Al costamarfileño le dieron libertad para moverse a su antojo y conectó bien. Kanoute hacía el resto. Es verdad que el equipo de Jiménez tuvo la ayuda de marcar pronto, aunque a veces ello se vuelva contraproducente. Afortunadamente para el Sevilla, el Almería despertó cuando ya le habían caído dos goles. En esa fase ya entró en escena un Sevilla que en campo contrario bebía más de la opción del contraataque.

Virtudes

Salir con la mente despejada, que no era fácil en el día de ayer y con dos futbolistas, Perotti y Romaric, que traspasaban las líneas.

Talón de aquiles

Con los cambios, Jiménez varió de golpe la fisonomía de un centro del campo que pasó a no ayudar casi nada defensivamente.