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Entre las bajas y el sistema...

  • El Sevilla se aleja de la zanahoria del liderato atascado por la ineficacia y la ausencia de jugadores clave e hipotecado por un 4-4-2 que, sin el compromiso de los atacantes, deriva en un imposible y roto 4-2-4

El Sevilla ya está a nueve puntos del Barcelona. Esto es algo lógico, teniendo en cuenta que el equipo de Pep Guardiola ya firmó el miércoles en Jerez de la Frontera el mejor arranque liguero de su historia. El vigente campeón aumentó esa marca ante el Deportivo de Miguel Ángel Lotina, quien, como a Manuel Jiménez, lo dejaron el sábado sin saborear ese récord histórico que significa tener el mejor inicio en la Liga. El Sevilla lo tuvo en su mano, pero volvió a errar en casa lastrado por una serie de factores propios que van desde las importantes ausencias a la ineficacia goleadora. No hay que dejar de lado, empero, un matiz importante: la hipoteca de tener que jugar con un ofensivo 4-4-2 en el que se requiere un total compromiso de los cuatro atacantes, so pena de que un equipo a priori menor se haga dueño y señor del campo sevillista, como logró el Valladolid de Mendilíbar jugando con 11.

Que el Barça haya certificado su mejor arranque liguero, frustrando de paso al Deportivo de firmar ese registro, y que el Sevilla también se haya quedado en la orilla de ese logro son hechos que ilustran sobre lo competitiva que está siendo la Liga, en la que manda el calificado mejor equipo del mundo. Perseguir al halagado conjunto azulgrana sigue siendo un gran acicate. Pero la zanahoria del liderato se aleja y bien haría el Sevilla de Jiménez en analizar por qué ha sucedido esto precisamente cuando tenía en su mano sumar de tres en tres en Nervión y ante dos equipos de la clase plebeya.

La euforia de principios de octubre, con su exceso de piropos y la calificación casi en términos absolutos de que el Sevilla era la tercera vía liguera, ha dado paso a una nueva realidad con el paulatino apagón que ha sufrido el equipo conforme noviembre ha ido dando paso a diciembre. Un periodo en el que la ausencia de algunos hombres clave ha sido determinante en momentos puntuales.

De adriano a Escudé

Durante el ya olvidado mes de noviembre, el Sevilla encajó goles en todas los partidos que disputó, tanto en Liga como en Champions o en Copa. De la casi proverbial seguridad defensiva del Sevilla se pasó a una sangría más o menos paliada por la eficacia arriba. Y en ese goteo de goles ha tenido mucho que ver la imposibilidad de que Jiménez repartiera minutos en sus hombres de atrás. Dragutinovic, Escudé, Adriano, Sergio Sánchez o Squillaci se han perdido una o más citas por lesión. Puede objetarse contra esta tesis que el Sevilla doblegó al Real Madrid con Konko y Dragutinovic de centrales, pero entonces el reparto de fuerzas y minutos permitió tener a todas las piezas en magnífico estado. Ahora, Konko y Squillaci han dado un bajón de rendimiento por el sobreesfuerzo y Dragutinovic también ha bajado sus prestaciones por una inoportuna lesión.

Esto se cruza con que varios equipos le han tomado la medida al centro del campo, asfixiándolo con más piezas, con lo que el conjunto de Jiménez ha echado de menos en las últimas citas a dos defensas que han equilibrado ese déficit creativo: Adriano y Escudé. Sin ellos, el recurso más usado para salvar la espinosa barrera de la medular ha sido el patadón arriba del portero ¿Cuántos pelotazos dio Palop ante el Valladolid?

La ineficacia y el 4-2-4

Aun así, el Sevilla fue capaz de crear una decena de ocasiones en la negada noche de Negredo ante el Málaga y otra media docena frente al Valladolid. Si Kone hubiese visto puerta en alguna de las dos veces que se plantó ante Justo Villar o si Luis Fabiano no hubiese fallado en una de sus especialidades, quizás quedaría en el olvido el problema del sistema. No fue así y hay que poner el acento en las taras de un esquema que, con Zokora o sin él, resulta problemático cuando los cuatro atacantes sevillistas no se comprometen en pleno a ayudar a los dos medios centro.

Con el marfileño, el Deportivo, el Espanyol, el Villarreal, el Málaga e incluso el Xerez, lograron cortocircuitar el caudal ofensivo del Sevilla por momentos, pese a que el equipo lograra salir del marasmo casi siempre gracias a su enorme pegada. Cuando ésta ha fallado y a eso se ha unido la baja de Zokora y que Kanoute no estaba para salir al rescate, el equipo se ha roto en un 4-2-4 imposible que derivó en la impotencia de la primera parte con el Valladolid.

El curso pasado, Jiménez paliaba ese desequilibrio con Renato de enganche o con Romaric. El marfileño fue clave ante este mismo rival partiendo desde la izquierda. Pero ahora, la irrupción de Negredo y la consagración de Perotti juegan contra esa opción, más allá de que Romaric esté aún lejos del ritmo impuesto al son de Zokora. El 4-4-2 (4-2-4) parece innegociable, para lo bueno y para lo malo.

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