Coosur Betis - Lenovo Tenerife

Con este orgullo sí habrá vida (72-81)

  • El Betis exhibe amor propio para resistir en el partido hasta una discutida falta en ataque de Brown que expulsó a Plaza y decantó definitivamente el duelo

El bético Evans entra a canasta durante el partido contra Tenerife.

El bético Evans entra a canasta durante el partido contra Tenerife. / Pepo Herrera / Efe

Los datos indican que el Coosur Betis es colista de la ACB y que su baloncesto es muy mejorable, sobre todo en la dirección del juego, pero los de Joan Plaza empiezan a mostrar ese espíritu guerrero que siempre enseñaron los equipos del catalán. Con ese orgullo sobre la pista, el Betis tendrá vida y ahora es cuestión de pulir detalles para empezar a sumar esas necesarias victorias que también cambien otras dinámicas, como por ejemplo las arbitrales.

Y es que, aunque Lenovo Tenerife mostró su superioridad en casi todo el partido, una polémica falta en ataque señalada a Vitto Brown, que apenas rozó con su codo a Salin mientras buscaba posicionarse, frenó la remontada del Betis –68-74 a 2.18 para el final–, ya que hasta Plaza, al que le señalaron una segunda técnica, fue expulsado.

Ahí se acabó el partido para los verdiblancos, que tiraron de orgullo y fe para acortar una distancia que llegó a ser de 18 puntos (44-62) casi al final del tercer cuarto. Entre Pasecniks, con buenos minutos en ataque, Brown y, sobre todo, los triples de Pozas y Burjanadze, que encendieron un abarrotado San Pablo, el Betis llegó ponerse a tres del conjunto tinerfeño (63-66) tras un tiro libre anotado por Evans.

Marcelinho Huertas, apagado hasta ese momento, comenzó su clínic, con asistencias y anotaciones, a lo que se añadió esa discutible decisión de los árbitros. Fitipaldo, el mejor de los visitantes, tomó el testigo de su compañero y ya Tenerife sentenció un partido que tuvo controlado hasta ese arreón bético del último cuarto.

Joan Plaza da instrucciones a su equipo. Joan Plaza da instrucciones a su equipo.

Joan Plaza da instrucciones a su equipo. / Pepo Herrera / Efe

El camino del Coosur Betis debe ser el marcado en esos diez últimos minutos, con intensidad defensiva y movilidad en ataque para elegir los tiros. Ahí se debe señalar la figura de Evans. El base, capaz de realizar acciones geniales que levantan a un espectador, es muchas veces una rémora para su equipo. Así ocurrió en el primer cuarto cuando del 3-2 tras un triple de Vitto Brown se pasó al 3-13 que provocó el primer tiempo muerto de Joan Plaza. Evans no seguía a su par y Tenerife encontró tiros cómodos para Wiltjer y Salin, un pecado mortal que fue castigado con tres triples.

Con Todorovic demasiado irregular y cargándose pronto de personales, Plaza dio entra pronto en la rotación al debutante Pasecniks, que notó la inactividad al inicio –cometió tres faltas en apenas cinco minutos– aunque sí se entonaría después en ataque. Otro apretón de los visitantes, bajo la dirección de Fitipaldo, llevó la ventaja a 13 puntos al final del primer cuarto (12-25).

La hemorragia no se frenó en el inicio del segundo y Tenerife, con cuatro puntos de Sastre, llevó la diferencia hasta los 18 (12-30), justo después de una técnica a Joan Plaza tras una discutible falta señalada a Burjanadze. El técnico bético, con Todorovic y Pasecniks cargados de faltas, apostó por un quinteto de menos centímetros, y el Betis reaccionó con sendos triples de Bertans y Brown (22-34). Con Almazán metiendo el orgullo para rebotear en ataque y una mayor intensidad defensiva, el Betis mejoró la imagen, aunque Wiltjer siguió a lo suyo y con un triple devolvió la ventaja a los suyos que se fueron 14 arriba al descanso (26-40).

La dinámica no varió en el tercer cuarto y los intentos del Betis por meterse en el partido –37-46 tras un triple de Almazán– encontraron respuesta por parte de Huertas, Fitipaldo y Sergio Rodríguez para llegar al decisivo último cuarto con 15 puntos de desventaja (49-64).

Ahí salió a relucir el orgullo del Betis. Con San Pablo encendido, Chus Vidorreta pedía a sus jugadores más movilidad. Pero ni así. Los verdiblancos, que esta vez no bajaron los brazos, vieron posible la machada hasta que entre los árbitros y, sobre todo, un genial Marcelinho Huertas, dijeron basta. Pero esa imagen, de mantenerse en el tiempo, sí deja esperanza para el futuro.

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