Lo único bueno que dejó el encuentro del pasado domingo ante el Gran Canaria fue la aparición de DeAndre Kane. No es lo que buscaba el club en un principio (un base puro con pasaporte europeo o cotonou para no tener que descartar a Chery), pero su llegada parece que puede reactivar ofensivamente a un equipo con dificultades para anotar en las últimas jornadas, aunque el verdadero problema está en la defensa (89,7 puntos de media encajados en las siete últimas derrotas). También en esta circunstancia ayudará el norteamericano, más escolta que director de juego, que en su debut firmó un doble-doble con 14 puntos y 10 rebotes.

Sólo dos béticos lo hicieron antes esta temporada: Mahalbasic, en la jornada 18 en la derrota en Manresa con 10 puntos y otros tantos rebotes, y Zoric, que lo firmó en el estreno liguero ante el Estudiantes con 22 puntos y 11 capturas, seis en ataque. Es más fácil que un pívot firme números de este tipo, lo que habla bien de la capacidad reboteadora de Kane y lo que puede ayudar a un equipo que es el tercero que menos rebotes defensivos capturas por dos motivos: es incapaz de hacerse fuerte y cerrarse atrás y concede tantos tiros liberados y canastas fáciles bajo el aro que no da posibilidad a que haya rebote.

La puesta en escena de Kane evidenció que el estadounidense debe jugar en el siguiente partido más de los 24 minutos que disputó el otro día en San Pablo. Ya sea de base, en lugar de Radicevic, escolta, por Stojanovski o incluso como alero (ante rivales de una talla similar) cuando Lockett esté en el banquillo.

Aun con el déficit que mantiene el equipo en la dirección del juego, ya que sigue echando en falta a un base puro que mueva al equipo (el peor asistente de la Liga), con Kane Tabak gana en profundidad de banquillo. Tiene un ramillete más amplio de posibilidades y con una semana más de entrenamientos con el grupo, el norteamericano debería empezar a marcar diferencias. Para eso se le fichó.