Baloncesto | Liga Endesa

Sin el gen ganador, todo pesa más (85-90)

  • El Betis, débil mentalmente, deja ir otro triunfo preso de los nervios y de los golpes de unos árbitros que lo sacaron del partido · Sin un líder en la pista, Milosevic asume galones que no le toca y el equipo seguirá en descenso

DeVries jugó un buen partido en su debut.

DeVries jugó un buen partido en su debut.

Otra bala gastada. Quedan cuatro y bajando. La siguiente es ante el Barcelona. Como para fiarlo todo a un cara o cruz. Como ante el Real Madrid, aunque compitió el Betis Energía Plus cayó con las botas puestas frente al Valencia. Tirando de orgullo. Pero eso a estas alturas no consuela a nadie. Nadie recuerda las derrotas honrosas, sólo las victorias y eso se volvió a escapar otra vez de San Pablo. Hoy respiran aliviados Obradoiro, Zaragoza y Joventut. Como para soñar.

Llegó vivo el cuadro hispalense al último cuarto, pero ahí se vino abajo. Los triples de los taronja golpearon primero y los colegiados remataron la moral de la tropa de Alejandro Martínez. Pitaron una antideportiva a Alfonso Sánchez sobre Diot muy discutible y después una técnica al jiennense por protestar tras perder la pelota en un pase que dio en dos pies distintos de jugadores y no pitar nada, concediendo el contragolpe visitante. El Valencia se disparó (61-73) y aunque quedaban más de cinco minutos el Betis se hundió. Un triple de DeVries y otro de Milosevic activaron al personal. También a la grada, pero ya era tarde. Y eso que un 2+1 de Radicevic puso el 79-82, pero entonces Diot sacó a bailar a Milosevic. Amagó por aquí, por allá, el serbio picó de forma ingenua y anotó cómodamente sobre la bocina para sellar el triunfo.

No basta ya con competir. Hay que ganar y ese gen lo ha perdido el cuadro sevillano hace ya mucho tiempo. Los nuevos, Cabezas y DeVries, han levantado la moral del vestuario, pero el resto de jugadores están muy tocados y o ganan al Barça y empiezan a creer en el milagro o habrá que rezar por salvar la categoría, como ya hicieron muchos otros antes, en los despachos.

Y eso que desde el inicio el Betis mostró algo necesario para salir de este tipo de situaciones. No hay nada como demostrar sangre, orgullo, alma para recibir el apoyo incondicional de los tuyos. Desde el minuto uno en San Pablo retronó el clásico “sí se puede”, banda sonora de la afición sevillana los últimos años. Y el equipo se contagió. Mordiendo atrás. Con carácter. Con sangre en las venas en lugar de la horchata que le corría a alguno el día del Joventut o el del Bilbao. Eso parece haber cambiado con Alejandro Martínez, de momento. Dos encuentros y dos puestas en escena positivas, de un equipo que al menos es capaz de competir y dar guerra, más allá de que esté acertado o no.

Le faltó acierto al equipo bético en la primera parte. Muchos tiros bajo el aro errados, como una bandejita incomprensible de un gigantón como Mahalbasic que es incapaz de jugar más de cinco minutos seguidos. Pero el cuadro hispalense estaba activo atrás. Defendiendo con intensidad ante un Valencia a medio gas. Pero en este juego hay que meter puntos. Eso penaliza mucho a los verdiblancos, huérfanos de un anotador nato que pida la bola siempre. Lo más parecido es Milosevic, y no porque anota sino porque ataca el aro rival sin la menor de las dudas sin atender a sus limitaciones. Y encima se olvida de defender.

La salida de Stojanovski y el triple de un Marelja que vive mejor en la esquina que peleándose bajo los tableros encendieron la grada, pero Sastre, un ex cajista formada en Sevilla durante cinco años, se encargó de rebajar la euforia con un triple totalmente solo. Esos errores que no se puede permitir un equipo que se juega la vida.

Poco a poco el Valencia, de la mano de Dubljevic y su poder interior a la hora de rebotear, se fue metiendo en el encuentro. No le hacía falta mucho. Simplemente mover un poco más rápido la bola para encontrar tiros liberados y aprovechar las segundas oportunidades que le daban los rebotes ofensivos. Así, el conjunto de Pedro Martínez tomó el control. Una canasta inverosímil de Mahalbasic no fue concedida por dar en una zona de arriba del tablero antirreglamentaria, al menos a juicio de los colegiados, y el público volvió a encenderse. El austriaco se fue poco después al banco con tres personales y el Betis perdió una vía ofensiva. El ataque pasó a ser menos fluido y sin ideas ante la desesperación del técnico, que reclamaba más verticalidad en vez de sobar tanto la pelota. Lo habitual. Alfonso Sánchez apareció para levantar la moral de su tropa con dos triples seguidos e igualar el marcador y tras varios intercambios de golpes, Cabezas puso de nuevo a los suyos por delante, aunque al descanso Diot puso el 34-35. Sólo uno abajo. Hacía tanto tiempo de algo así...

Pero llegó la desconexión en el último cuarto. A golpe de triple. Sin saber cómo, el Valencia se vio 12 puntos arriba ante un Betis desquiciado por el arbitraje y las inútiles personales de Marelja sobre San Emeterio que provocaron dos 2+1 seguidos. En situaciones límite el vuelo de una mosca desconecta al grupo. Ya sea una antideportiva, la técnica o el codazo de Dubljevic a Mahalbasic que acabó siendo falta del austriaco. Tiró de orgullo el Betis al final, pero apareció tarde. Otra bala gastada. Habrá que pedir un milagro o trabajar duro en los despachos. Y rezar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios