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Sin orgullo sólo queda el canon (88-67)

  • El Betis cae con estrépito en el partido en el que se jugaba sus opciones de salvación y queda abocado al descenso, salvo milagro o que no haya dos descensos. El Obradoiro dominó y al descanso ya había sentenciado

Un lance del partido del Betis con el Rio Natura.

Un lance del partido del Betis con el Rio Natura. / ACB Photo

Salvo que los planetas se alineen, 28 temporadas de manera consecutiva en la élite se cortarán este curso si la cosa no se arregla en los despachos. Eso es otra historia ahora. Se jugaba la vida el Betis Energía Plus en Santiago, pero en el Fontes do Sar sus jugadores saltaron a la cancha como si de un amistoso se tratara y el Obradoiro les pasó por encima (88-67) logrando merecidamente su permanencia. Sin actitud ni concentración. De fiesta. Como en la semana. Porque cuando más centrados había que estar, entre unos yendo a los toros, otros a la Feria y otros tuiteando sobre el Día Mundial de Star Wars lo lógico es que todo acabase en desastre. Y así fue. Otra vez en el primer tiempo el choque estaba finiquitado. ¡En 20 minutos! Sin garra, sin sangre, sin orgullo, sin ganas... Sin nada en el vestuario. Sólo mercenarios que se irán dentro de una semana cuando acabe la Liga y el próximo curso estarán jugando en otro equipo como si nada, después de acabar con un club que cumplirá su 30 aniversario, si lo llega a cumplir, en el pozo.

El milagro sería ganar los dos próximos encuentros y que el Tecnyconta Zaragoza pierda los dos, a domicilio ante el descendido Manresa y en casa con el Estudiantes. No pierdan el tiempo en rezar. El conjunto sevillano se ha ganado por derecho ser el penúltimo de la ACB. No ha hecho nada para no serlo: 14 derrotas en los 13 últimos partidos, ser el único que ha perdido los dos encuentros ante el colista... Motivos hay muchos. Desde una mala planificación al inicio de la campaña, a la tardía reacción para destituir a un Zan Tabak al que se le había caído al equipo, fichajes que no enderezaron la situación... Habrá tiempo para analizarlo todo, pero a esta cita llegó el cuadro hispalense aún dependiendo de sí mismo. Ganar al Obradoiro lo era todo. Significaba tener la salvación en tu propia mano, pero el Betis la tiró.

Había que salir a morder desde el primer minuto. Dejarse la piel en cada acción e ir a por los balones como si a cada jugador le fuese la vida en ello. Pero si el rebote es actitud, los visitantes demostraron que de eso tienen poco. El conjunto gallego ganaba con suma facilidad la lucha bajo los tableros, disfrutando de segundas y hasta tercera oportunidades. Nadie daba un grito desde la banda. ¿Para qué? Y sin defensa, lo lógico es que el ataque se atascase. Como siempre. Y si el equipo no corre, es incapaz de anotar con cierta clarividencia. Aun así pudo salvar el primer cuarto, aunque los 27 puntos que lograron los locales (27-21) ya hacía presagiar lo peor. Con los dos extracomunitarios fuera del encuentro (tres puntos de Lockett y cero de DeVries en los primeros 20 minutos), encomendarse a un Milosevic que sigue sin aceptar sus limitaciones y un voluntarioso Alfonso Sánchez, ambos con teóricos roles secundarios en la plantilla, era una condena anticipada.

Y así fue. McConnell mandaba en el partido y sólo con su primer paso ya ganaba cada acción, ya fuese para anotar en bandeja o para asistir a un Pustovyi que se quedaba siempre en los cambios con un pequeño de los béticos. Siempre. Y si no estaba Bendzius para poner la puntilla desde el triple, mientras DeVries y Radicevic mandaban al aro el balón pese a lanzar completamente solos. Entre canastas de uno y errores, muchos, de los otros, al descanso se llegó con un 51-35 que dejaba las cosas en chino. Más que por el resultado por la desgana y la falta de actitud (y aptitud de alguno) de un Betis incapaz de jugar con intensidad y competir en el partido más importante de la temporada. ¿Nervios, presión? Eso no puede ser la excusa durante una segunda vuelta en la que de 14 encuentros sólo ganó uno.

El corte de Lockett en la ceja fueron las únicas gotas de sangre que se dejaron los verdiblancos en la cancha. Ver a Mahalbasic palmear un balón fácil como si estuviera jugando al voleibol fue lo último de un segundo cuarto que hundió a los de Alejandro Martínez por completo. Todo lo que pasó después no fue real. Ni siquiera el tímido intento de reacción en el último cuarto. Hasta tres ataques tuvieron los verdiblancos para bajar la diferencia de nueve puntos y meterles el miedo a los locales, después de que Triguero se fuese jurando en arameo en el minuto 33 eliminado por faltas. A buenas horas demuestra que no tiene horchata en las venas. Pero DeVries erró un pase, Cabezas perdió la bola y Mahalbasic falló un tiro cómodo a canasta con 74-64 cuando quedaban 4.30 minutos.

El espejismo se esfumó en dos minutos. Pustovyi anotó un tiro desde la personal y el segundo capturó el mismo el rebote y McConnell dio la puntilla con un triple que acabó con el Betis. A otro error de Mahalbasic, que algún día aprenderá que si salta es más fácil anotar le siguió una canasta de Dulkis y otro fallo del austriaco fue aprovechado por el base del Obradoiro para completar en apenas 1.30 minutos un parcial de 8-0 que acabó con los pupilos de Alejandro Martínez, la ilusión de la afición sevillana, que tuvo más fe durante la semana que los propios jugadores y 28 temporadas seguidas en la ACB, a expensas de que los despachos abran la puerta de la ACB como ya hicieron los últimos años con otros. Mientras eso sucede, hoy, el Betis descendió al Betis.

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