Betis E. Plus-Gran Canaria CB

La vida sigue igual..., o peor (76-77)

  • El Betis pierde ante el Gran Canaria una oportunidad de tomar oxígeno y se hunde más con una jornada menos por jugar.

  • Booker y Úriz fallaron los últimos tiros para dejar el triunfo en casa.

Otro final cruel de partido. Y van ya... Lo cierto es que a estas alturas no valen ya los "casi" o "tuvo opciones". Cuando sólo vale ganar una derrota es injustificable. Otra vez una buena renta (12 puntos) que no sirvió para cantar triunfo y el tiempo se agota. Lo que podía ser un partido para soñar se convirtió en otra derrota más. Una nueva losa sobre la espalda que deja muy complicada la salvación y en un cara o cruz el duelo ante el Zaragoza. Vida o muerte, Plata o plomo.

Y es que el Betis Energía Plus de Javi Carrasco tampoco gana y cayó ante el Gran Canaria, que había perdido recientemente en las canchas del Joventut y el Bilbao, por 76-77, con una rocambolesca jugada final que salió cruz. Un parcial de 0-13 le dio la vuelta al marcador entre el final del tercer cuarto y el inicio del último para poner el 57-60. A partir de ahí igualdad, aunque con los locales siempre por detrás hasta que Booker, desde la personal, puso el 76-75. Pero Anosike sacó el brazo a pasear en el cambio y Oliver, lo que es tener un base como él en el equipo, se cobró la falta (antes los colegiados no vieron falta en un mate de Anosique taponado por Balvin) sin fallo desde la línea de personal. Había tiempo para un último ataque tras los fallos previos de Mekel y Booker, al que le llegó el balón. Pero no desde una posición frontal, que hubiese sido lo mejor viendo la facilidad con la que penetró todo el choque, sino en una esquina. Y su lanzamiento a aro pasado no encontró la red, tampoco el segundo, tras coger el rebote ni el tercero de Úriz, otro error del navarro que pudo salir de héroe y mejorar un partido bastante malo de su parte con demasiadas decisiones erróneas.

Había tanto en juego, casi la supervivencia, que no se trataba de ver cómo los jugadores reaccionaban al cambio en el banquillo, sino ver el orgullo que les quedaba por darle la vuelta a la situación. De la noche a la mañana pocas cosas tácticas se pueden cambiar, pero sí que se observó una mayor movilidad del equipo, que abría el campo al máximo para que alguno encontrase una solución fácil para mirar el aro cortando por la zona.

No es problema de este Betis anotar, sino los puntos que encaja con una facilidad pasmosa. Muchos de segundas opciones y en el primer curto el Gran Canaria no capturó ningún rebote en ataque. Algo es algo.

Los de Javi Carrasco, un hombre de la casa que sufre y vive por el club, salieron activos. No es algo nuevo porque nadie duda de la calidad de su quinteto inicial. Todos tienen puntos en las manos, pero son humanos y necesitan respirar. Más aún en el baloncesto actual, que nada tiene que ver con el de hace dos o tres décadas. Fue moviendo el técnico hispalense el banco, pero con criterio. Dejando siempre algún primer espada en la pista para sacar las castañas del fuego.

Una jugada de pizarra bajo el aro en un saque de fondo de Franch, por ejemplo, puso el 12-5, ya con Radicevic en el banquillo por dos tempraneras faltas. Luis Casimiro dio entrada a Mekel y con el israelí el cuadro insular comenzó a carburar en ataque, aunque Booker, moviéndose como un ratoncillo por la zona, penetraba con facilidad para mantener siempre a los suyos con ventajas. El base colocó el 22-11 y los visitantes reaccionaron desde el triple con los aciertos de Pablo Aguilar, casi siempre bien encimado (el scouting funcionó) y Seeley. Carrasco paró el choque de inmediato. Aleluya. Esos pequeños detalles marcan la diferencia.

El cuadro sevillano pareció atascarse en ataque por por momentos y Golubovic emergió como solución de emergencia ante un Fischer con poca sangre. No anda sobrado el balcánico tampoco. Bonito duelo. El montenegrino colocó el 27-23, contestó Mekel con un triple y con la entrada otra vez en la pista de los jugadores con más puntos en sus manos el Betis de nuevo abrió una pequeña brecha. Oxígeno en estado puro para ganar en confianza. Un 8-0 fue reprimido por Oliver tras el primer rebote ofensivo del Gran Canaria y el base, por el que no pasan los años y siempre llega a San Pablo con ganas de rememorar su histórico triple con el Manresa, trató de igualar las fuerzas, pero un triple de Schilb y una acción individual de Mikel Úriz dejaron al descanso un 43-35 que hacían creer a la afición.

Pero las ventajas le duran poco a este Betis. Tras el 50-38 y del posterior 57-47 llegó la nada. A Golubovic se le escapaban todos los balones de sus torpes manos y concedía segundas oportunidades a un rival que aprovechaba los regalos. Con Úriz y Franh en cancha el equipo no encontraba vías de anotación y un parcial de 0-13 le dio la primera ventaja del choque a los de Casimiro. La facilidad con la que este equipo pierde una cómoda renta es para hacérselo mirar, al igual que la diferencia cuando están sobre el parqué unos u otros.

El encuentro se convirtió en un intercambio de golpes y de esas situaciones, menos el día del Unicaja, el Betis siempre sale perdedor porque le falta frialdad en la cabeza y sangre en el corazón. Es así. Porque no vale sólo con tirarse a por un balón dividido. Hay que jugar con cabeza y Oliver le dio una lección a Úriz en todos los sentidos de lo que es tener cabeza sobre la pista.

Y al final la nada. Tras los tiros libres de Oliver la jugada no fue la mejor. Tampoco el tiempo excesivo que pasó Anosike en el banco por las faltas o la presencia de un Úriz que aporta, a día de hoy, poco en la ACB. La vida sigue igual, encadenando derrotas, o peor, porque queda una jornada menos y los rivales sí que ganan de vez en cuando. En Zaragoza se juega todo. En Zaragoza, cara o cruz. En Zaragoza, vida o muerte.

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