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En busca del tiempo perdido

  • Seis derrotas desde la Junta Extraordinaria demuestran cómo se perdió la ocasión de acelerar el cambio Urge la llegada de un director deportivo

Desde el pasado 27 de marzo, cuando superó al Levante de Joaquín Caparrós, el Betis cuenta por derrotas todas sus apariciones en el campeonato liguero. Curiosamente, o no, aquél fue el último encuentro bajo la presidencia de Miguel Guillén, quien justo un día después anunció su dimisión irrevocable en una Junta Extraordinaria de accionistas que algunos tacharon de inoportuna.

Ahora, 38 días después de que el consejo, que eligió un día más tarde a Manuel Domínguez Platas como máximo dirigente, y el administrador judicial, Francisco Estepa, se enrocaran en su postura de mantenerlo todo igual, el club verdiblanco necesita recuperar a marchas forzadas el tiempo perdido, como si de la genial novela de Marcel Proust se tratase.

Aquella junta, que se solicitó por unas cuestiones relacionadas con la Fundación Real Betis que ahora también se pretenden ejecutar, debió marcar el inicio de la regeneración, por más que algunos, a su conveniencia, todavía esgrimieran las opciones matemáticas de conservar la categoría como argumento para pasar por alto los necesarios cambios en el consejo. El tiempo, y la nula competitividad de una plantilla mal confeccionada, se ha mostrado inexorable con la caída a los avernos del equipo heliopolitano, que acumula derrotas desde entonces, sin que ningún actor principal sea capaz de frenar la sangría.

El miércoles pasado, en las entrañas del Benito Villamarín, se comenzó a marcar una hoja de ruta para ejecutar los cambios que la realidad del club verdiblanco reclama desde hace algún tiempo, pero quizá de nuevo el Betis llegue tarde. Con la instrucción de la juez Alaya casi en su punto final -también esta semana se conoció el rechazo de la Audiencia a la recusación de la juez solicitada por Luis Oliver-, los posibles protagonistas que pretendan dar un paso adelante se pueden encontrar con una provisionalidad de días, aunque en los asuntos de los juzgados nadie pueda convertirse en adivino.

El Betis necesita con urgencia un director deportivo y un entrenador -además de arreglar otras cuestiones relacionadas con otras áreas del club- que comiencen a planificar la próxima temporada, lo que pasa en primer lugar por tranquilizar a una serie de jugadores que sí entrarían en los planes de futuro de la entidad y que, ahora mismo, no saben ni a quién dirigirse para organizar su verano.

Con el panorama actual, el perfil de un director deportivo se acercaría más al de alguien que conozca tanto la idiosincrasia del club como la actual situación de temporalidad de la entidad verdiblanca, y no buscarlo en equipos de segunda fila cuyos entornos no se parecen en nada al que se encontrarían en Heliópolis.

El Betis, a este Betis que se marcha a Segunda acumulando más derrotas que nadie, necesita volver a empezar de cero. Los tres años con José Antonio Bosch al frente se derrumbaron en cuanto el administrador judicial se metió de lleno en las decisiones del área deportiva, empezando por la planificación y pasando por los despidos de Emilio Vega, Pepe Mel o Vlada Stosic.

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