La pelota de papel

El capítulo 38, y final, del "ya caerá"

  • El Atlético se coronó en el Nou Camp de forma merecida, después de una Liga en la que demostró más ambición que nadie El verdadero drama de El Sadar pudo estar en la grada

"Ya caerá, ya caerá". Con esa coletilla ha estado lidiando el Atlético de Madrid casi desde que empezó la Liga, cuando osó plantarle cara a los intocables y todopoderosos Real Madrid y Barcelona. Pero la frase fue tomada con ironía en la plantilla colchonera. Incluso por el mismo Cholo Simeone, cómodo siempre en el manejo de frases hechas y amigo del "partido a partido" y del "día a día". Pues jornada a jornada ahí se mantuvo el conjunto colchonero, firme en la lucha siempre mientras sus rivales confiaban en que caería por el sobreesfuerzo de la Copa del Rey, primero, y de la Champions, después.

Filosofía grabada a fuego

Pero no cayó. Al contrario, se agarró con más fuerza al liderato semana tras semana hasta hacer caer a los demás. El Real Madrid resbaló y después se la pegó solo. Al Barça, simplemente, fue el Atlético el que lo tiró al suelo en su propia casa para conquistar un más que merecido título en el mismísimo Nou Camp. Ver para creer. El soplo de aire nuevo que el conjunto de Simeone ha dado al campeonato español sirve para pensar que no todo está perdido en el fútbol nacional, que no todo es de color blanco o azulgrana y que, usando esas frases hechas que le gustan a Simeone, no siempre poderoso caballero es don dinero. A veces, lo que pasa en el césped tiene más relevancia. La lección que este Atlético ha dado en la Liga sirve para la vida: pelear hasta el final por lo que crees con el máximo esfuerzo tiene premio. Al menos esta vez lo tuvo para un grupo de futbolistas que creen en una filosofía de juego que tienen grabada a fuego en la cabeza. Y ahora, ¿caerá la Champions o se caerá?

Un drama... menor

Pero cuando unos tocan la gloria, otros viven un drama. Entre el cielo y el infierno no hay tanta distancia. Quizá un puñado de puntos. Incluso sólo uno, como el que le faltó a Osasuna para salvar la categoría. Ahora, 14 temporadas después, el conjunto navarro vuelve al infierno futbolístico de la Segunda División, aunque que eso sea lo único que se llore en Pamplona debe ser hasta una alegría tras ver cómo casi un centenar de aficionados se caían al ceder una de las barandillas de El Sadar.

No es la primera vez que algo así ocurre en un campo, pero cabría hacerse alguna pregunta al respecto como, por ejemplo: ¿si todo el aforo de los estadios debe ser sentado, dónde estaban las sillas de esa zona? Quizá hasta que no ocurra una desgracia no se tomarán medidas.

Junto al Osasuna, y al Betis, descendido jornadas atrás, el peor de esta Liga fue el Valladolid. El conjunto que decidió el campeonato por arriba, se quedó sin fuelle para pelear con los de abajo. Perdió en el Villamarín ante un equipo que llevaba seis derrotas consecutivas y fue incapaz de imponerse a un rival directo el pasado domingo. La condena, un añito en el infierno.

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