Un club invisible

La semana de las bodas de plata desde la fundación pasa desapercibida en la entidad hispalense, que no organizó ninguna actividad para festejar la efeméride.

Juan De La Huerga / Sevilla

14 de mayo 2012 - 07:52

No habría estado de más la contratación en algún momento de un zahorí que encontrara el manantial en un terreno yermo, seco durante años y años, que hallara la fórmula críptica por la que el baloncesto y esta ciudad nunca han gozado de una relación estrecha, íntima, de correspondencia mutua. Esta semana que va del pasado martes a este lunes sirve de ejemplo diáfano del problema que ha habido y seguirá habiendo mientras este club siga en pie: su invisibilidad. Es invisible aun llevando entre nosotros 25 años.

Con el pretexto de estar solapado desde antaño y por siempre jamás por el fútbol, muchas veces en esta larga historia ha reclamado y rogado el apoyo de los sevillanos, el apoyo de los estamentos de la ciudad, el apoyo de los medios de comunicación, en situaciones puntuales a cuenta de un partido vital para alcanzar un logro o para no sufrir un batacazo en forma de descenso. Pero esto de poco vale. El éxito de un proyecto se forja día a día, escudriñando qué se puede mejorar, ejerciendo la autocrítica para no tropezar no una, sino cientos de veces en la misma piedra.

Esta pasada semana se daban las circunstancias perfectas para vender el club, para valorar la fidelidad del dueño que se ha hecho cargo durante un cuarto de siglo de que no falte el baloncesto de élite en esta tierra, para mostrar un poco de luz en estos tiempos oscuros de crisis económica. Hacer algo bonito, que diría un cursi. No había baloncesto en la ACB por el parón de la Final Four de la Euroliga, ha terminado la fase regular y, pese a que el final ha sido un poco triste por las tres derrotas seguidas, el Banca Cívica está en el play off, ha jugado la Copa del Rey, le ha ganado dos veces al Barcelona esta temporada -ojo a este dato, pues los azulgrana sólo han perdido ocho entre Liga, Copa y Euroliga- y... ha llegado Caixabank a su vida.

A servidor se le había pasado por la cabeza un aniversario sonado, tampoco a todo trapo, tal y como están las cosas en el país, pero sí con presencia de símbolos del club en la ciudad. Son 25 años, no cinco ni 10. Cerrando los ojos, había visualizado en mi mente el centro de Sevilla repleto de banderolas color (hoy) magenta o acaso la avenida de la Constitución con una ristra de fotos históricas, como en otras ocasiones ha lucido tan insigne calle; distintos actos promocionales de los jugadores, el cuerpo técnico y la directiva en la plaza de San Francisco, aprovechando que la sede está a la espalda del Ayuntamiento o la visita de los protagonistas al fotogénico alcalde; algún entrenamiento a puerta abierta para los medios y los hinchas; concursos con regalos de camisetas o artículos cajistas para los ganadores; ruedas de prensa para realzar -poner en valor, según los políticos- el compromiso del mecenas con el baloncesto; proponer a los canales de televisión -Teledeporte, Canal Sur, Giralda TV, Telesevilla- y a las emisoras de radio -Ser, Cope, Radio Marca, Onda Cero, Canal Sur- dedicar un día casi íntegro de su programación a divulgar las bodas de plata de la entidad; lástima que no haya dinero para montar un sarao con Abdul Jeelani, Bingenheimer, Lockhart, Godfread, Anderson, Kidd, Scott, Turner, Kornegay, Abrams, Slanina, Santangelo o Roe, por citar a algunos de los foráneos; habría podido tener cabida un concurso de triples entre Raúl Pérez y Benito Doblado, a ver cómo andan de muñeca ahora...

En fin, habrá decenas de ideas que se pasan por alto por pensarlas a bote pronto, pero sin duda con previsión hubiera organizado el club un aniversario con colorido, entrañable, recordado. Seguramente habrá razones que justifican la ausencia de actos, aunque es triste que esta semana haya sido una más del calendario, igual que si fuera una de enero o de septiembre. Ojalá exista la oportunidad en el futuro de festejar por todo lo alto los 30, 40 y 50 años del Caja San Fernando-Cajasol-Banca Cívica; desde luego, la ocasión de encumbrar a un club con más historia que solera ha sido desaprovechada para extrañeza de los cientos de personas que sí mantienen su abono y que llevan al equipo en el corazón. A un equipo invisible. ¿Será la última vez que se pueda celebrar un cumpleaños con tanto orgullo? Isidro Fainé lo dirá.

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