La fuerza mental, las ganas de sufrir, la pasión: todo eso falló en 2011, y Rafa Nadal tiene entre ceja y ceja recuperarlo dentro de tres semanas, cuando se inicie la temporada 2012. Lo hará sin recurrir a un psicólogo como tantos deportistas de elite, porque está convencido de que sabe cómo volver a ser el que fue.
"Tengo la ilusión de superar estos últimos meses, que no han sido positivos", analizó Nadal durante una entrevista con la agencia dpa en la que desmenuzó con crudeza sus puntos flojos en el año que está por terminar. "Me ha faltado un poco más de pasión por el juego, intensidad en mis golpes, intensidad en mis piernas e intensidad mental. Lo más importante que falta es la intensidad mental, que lleva a todo lo demás".
Lo mental es una obsesión para el español, que rechaza sin embargo la posibilidad de recurrir a un psicólogo, al tiempo que admite, por primera vez, importantes diferencias de opinión con su amigo Roger Federer. "No lo hice jamás y la verdad que no lo pienso hacer. Respeto el trabajo de un psicólogo, evidentemente, pero para jugar al tenis no. Un psicólogo no me va a arreglar si quiero trabajar o quiero seguir teniendo la ilusión de darle para adelante".
El 2011 de Nadal fue extraño. Jugó diez finales, pero perdió siete, seis de ellas ante el serbio Novak Djokovic, algo que no le había sucedido nunca antes en su carrera con ningún jugador en una misma temporada. Así, el 4 de julio Nadal entregó el número uno que había conquistado en aquella gran temporada 2010 que lo vio ganar tres de los cuatro torneos de Grand Slam.
Sin embargo, el número dos del mundo jura que su motivación para un 2012 que viene preparando desde hace semanas no pasa por tomarse revancha de Djokovic. Tampoco por ganar el oro olímpico en Wimbledon o recuperar el número uno. "Es un año en el que interiormente yo me tengo que superar. Ni superar a Djokovic ni nada de todo esto. Es superarme personalmente, todo lo demás es secundario. El problema es interior, es personalmente querer ir un pasito más allá otra vez. Sufrir para ir ese pasito más allá, eso es todo".
Nadal pareció, este año, más saturado que nunca, como si atravesara un cansancio vital, más que deportivo. Víctima, quizás, de una ambición y una presión que no siempre son humanamente tolerables. "Nada es suficiente, ¿no? Nada es suficiente, no para los demás, sino para uno mismo. La exigencia de uno mismo sobrepasa la realidad, también de uno", admite.
Según el tricampeón de Wimbledon, Boris Becker, en 2011 Nadal jugó tácticamente bien hasta las finales, pero cometió ante Djokovic el error de insistir con su derecha cruzada al revés, el mejor golpe del serbio. "Esto es demasiado simple. Yo creo que no es así. Yo no he estado al nivel este año, por momentos, y yo contra él no he jugado al nivel que he jugado otras veces, esta es la realidad".
Nadal tiene 25 años, pero es profesional desde hace casi una década. Pese a ello, está pensando en jugar varias temporadas más: "Confío en que me queden años aquí". Los problemas físicos del español son recurrentes, en especial en la rodilla y el pie, pero Nadal los relativiza. "En los últimos siete años mucho se ha dicho de que estaba lesionado, que no sé qué. Mucho. Es verdad que he tenido problemas físicos evidentemente, pero si hubiera tenido algún problema físico grave no hubiera podido estar durante siete años consecutivos entre los dos primeros del mundo".
El zurdo español rechaza que su tenis, de tremendo poder físico, lo desgaste más que a otros jugadores. El problema, dice -y así regresa a su obsesión-, pasa por lo mental. "Es mentalmente, ¿no? Cada uno tiene su estilo de juego, pero mi concentración tiene que ser mayor a lo mejor a la de un Federer, Murray o Djokovic, porque tienen la facilidad de tener un golpe mucho más decisivo que los míos".
Federer es siempre un tema para Nadal. Co-protagonistas de la rivalidad más intensa que recuerde el tenis, su relación es llamativamente buena. "Le tengo cariño", admite a dpa el español, que sigue soñando con jugar alguna vez un torneo de dobles junto al suizo. "Creo que algún día pasará, pero evidentemente los años van pasando...", dice sin estar del todo seguro, al tiempo que confiesa sentir "vergüenza" cuando camina rodeado de guardaespaldas en espacios públicos: "Es cierto que a veces es necesario ir con gente que te proteja, pero no deja de ser exagerado y darme vergüenza".
Más allá de si coinciden en dobles o no, hay una divergencia pública entre Nadal y Federer, toda una novedad. El español y el suizo no coinciden acerca del camino que debe tomar el tenis, y eso incluye el nombre del sucesor de Adam Helfant al frente de la ATP. Federer preside el consejo de jugadores, del que Nadal es vicepresidente. Hasta ahora no aireaban diferencias en público, pero eso se acabó en el Masters de Londres, donde el suizo planteó posiciones diferentes a las de Nadal.
Por eso, antes de que el español volara a Sevilla para la final de la Copa Davis ante Argentina, ambos se reunieron para intentar limar diferencias en cuanto al sistema de ranking y las quejas por la extensión de la temporada, que en el reciente US Open llevaron a algunos jugadores, entre ellos Nadal, a sugerir la idea de un boicot.
"Él tiene sus ideas como presidente del consejo, yo como vicepresidente tengo otras, evidentemente. No porque yo tenga unas ideas van a ser malas o porque él tenga otras son malas. Hay que argumentarlas. Por qué no le gusta a uno el ranking de dos años y por qué sí, por qué uno no quiere hacer boicot... Y yo tampoco quiero, no va a pasar ningún tipo de boicot, al menos ahora está muy lejos".
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