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Una cuestión de supervivencia

  • Decisivo Marcelino se juega su crédito y hasta su continuidad ante un Villarreal igual de necesitado Dudas El estado de Reyes determinará el once titular y la respuesta del equipo

La ley del fútbol es implacable y en ella ganar es la única fórmula para trazar los caminos hacia horizontes mejores. El Sevilla no lo hace desde el 5 de diciembre de 2011, hace ya dos meses nada más y nada menos, y eso es un mundo para un equipo, un club y una afición instalados desde hace unos años en la cómoda atalaya de los éxitos, aunque bien es cierto que la línea descendente de éstos es cada vez más pronunciada. Aquel día el equipo de Marcelino obtuvo su triunfo más holgado del curso, ante el Getafe, y parecía que se abría un nuevo panorama, bajo un nuevo patrón de juego, el 4-3-3, que debía aparecerse como la llave definitiva del rumbo adecuado. Todo empezó a torcerse aquella desafortunada tarde en el Ciudad de Valencia, con el malentendido entre Negredo y Javi Varas. Ahora ya no valen excusas sobre el infortunio, el desacierto ante el gol o los despistes defensivos. Están encendidas las luces de alarma y todo lo que no sea ganar abrirá un nuevo panorama oscuro e ignoto.

El primero que es consciente de esta realidad es el propio Marcelino García Toral. El asturiano, con gran parte de la afición sevillista declaradamente en contra, siempre ha dicho que es un profesional de una actividad que requiere resultados óptimos y que si éstos no llegan debe estar preparado para recibir el finiquito. Y esto es así por mucho que José María del Nido o Monchi hayan respaldado públicamente al técnico en sus últimas comparecencias. Están en la obligación de hacerlo, como también faltarían a su cometido si el Sevilla continúa metido en esta dinámica negativa y no dan un giro brusco al timón, es decir, si no toman una decisión drástica y desagradable como es la destitución del entrenador.

Pero éstas no son más que obviedades en el mundo del fútbol que sirven para contextualizar un partido que llega con dos equipos en parecidas dificultades, sólo parecidas, porque el Villarreal es el antepenúltimo clasificado y trata de salir del hoyo de forma desesperada. Sin embargo, como el fútbol también tiene un fortísimo componente anímico, parece que José Francisco Molina ha dotado de cohesión al equipo y, más allá de los dos empates y la derrota que ha cosechado, además de su triunfo sobre el Sporting, el Villarreal llega con el empujón moral de haber empatado meritoriamente ante el Barcelona. El Sevilla, en cambio, aún busca explicaciones sobre lo que ocurrió en la aciaga noche de La Rosaleda.

El vestuario sevillista alude a que el cuarto puesto sólo está a cinco puntos. El dato es irrefutable. Y a esa esperanza, con 18 citas por delante, se agarra un grupo al que se ha señalado de alguna forma por no atender a las instrucciones del técnico a rajatabla.

Sea de quien sea la responsabilidad, lo cierto es que el Sevilla no tiene otra salida que ganar hoy y para ello cuenta con bajas notables, en distintas líneas. El sancionado Spahic le cederá su sitio a Fazio y no se sabe si Escudé hará lo propio con el recién llegado Cala; Manu del Moral está llamado a volver al extremo izquierdo ante las dolencias de Luna y Perotti, de nuevo con molestias,... Y la principal incógnita seguirá siendo hasta última hora el estado de Reyes. El utrerano, clave en la cacareada mejoría del Sevilla, no sabrá hasta última hora si podrá jugar. El propio Marcelino no sabe a ciencia cierta cuál es su estado y cuál puede ser su respuesta si juega, y su influencia en el juego es evidente. Basta recordar lo de Málaga.

Si finalmente no puede actuar Reyes de titular es posible que Marcelino se decante incluso por Kanoute, después de muchísimo tiempo. El asunto de la llamativa charla entre el técnico y el jugador, con algunas interpretaciones de lo ocurrido rayanas en la prensa rosa más que en la deportiva, ya quedó suficientemente aclarado y lo único cierto es que, con Reyes o sin él, el asturiano tiene que dar con la tecla de una vez. Por su propia supervivencia.

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