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Un despegue ya obligado

  • El equipo de Emery palpa ya la exigencia con la necesidad de estrenar ante el Levante su casillero de triunfos. El cercano debut en la Champions apremia.

El Sevilla, igual que en la jornada inaugural, será de los primeros en retomar la competición tras el parón liguero y en su partido del viernes en el Ciudad de Valencia ante el Levante está ya presente una exigencia palpable. Los de Emery empiezan a sentir la presión de ser un equipo de los llamados respetados y, por la inversión, ningún sevillista está dispuesto ya a pasar por alto un resultado que no sea un triunfo, el primero del presente curso.

El equipo nervionense, que además tiene a la vuelta de la esquina su estreno en la Liga de Campeones con la visita del Borussia Mönchengladbach, no puede esperar más a abrir su casillero de victorias. Primero, porque un triunfo sobre el Levante daría tranquilidad y evitaría el nerviosismo del entorno ante la cercanía de un encuentro de tanta enjundia, y segundo, porque los de Emery deben tomar posiciones en la tabla de clasificación en una Liga tan desigualada y en la que los grandes aprietan desde muy pronto y no suelen fallar. El ejemplo: la gran concentración de puntos que la pasada campaña se produjo en los cinco primeros puestos al final del curso, llegando el Sevilla a su mejor puntuación histórica -76 unidades- sin quedar entre el cuarteto de cabeza.

Aunque no hay intranquilidad porque esto no ha hecho más que empezar, sí es una realidad que el Sevilla 15-16, el de mayor presupuesto posiblemente de la historia, de tres partidos oficiales, ha perdido dos y ha empatado uno. También es verdad que ante el Barcelona en la Supercopa de Europa los catorce futbolistas que participaron en Tiflis enorgullecieron con su actuación al sevillismo, pero en la Liga el cuadro entrenado por el preparador vizcaíno sólo ha sumado un punto, el cosechado en el estreno liguero en Málaga (0-0), donde sí decepcionó a gran parte de su afición.

El debut en casa en la puesta de largo de la nueva imagen del Ramón Sánchez-Pizjuán hubo quizá sentimientos encontrados ante un Atlético de Madrid que fue mucho más equipo sin ser superior (0-3), con todo lo que eso significa. El nuevo Sevilla de Llorente dio la sensación de necesitar un ensamblaje que por la propia exigencia de Emery no puede esperar ni un minuto más.

Entrando en comparaciones, la exitosísima temporada 14-15, la pasada, el Sevilla ya tenía en su casillero 4 puntos a estas alturas. Como en el pasado agosto, los blancos perdieron la Supercopa europea ante el Real Madrid en Cardiff, y tras un tibio arranque liguero con un 1-1 en casa ante el Valencia celebraron ya un triunfo en su primer desplazamiento al superar al Espanyol en Cornellà (1-2).

Curiosamente, si nos remontamos a la Liga 13-14, el Sevilla tuvo exactamente los mismos tres rivales que en el arranque del presente campeonato, aunque en otro orden. Y, para más señas, aquel inicio fue el más negativo que se recuerda. A una derrota en casa ante el Atlético (1-3) y dos empates ante Levante (0-0 en Valencia) y Málaga (2-2 en Nervión), se sucedieron dos derrotas ante Barça (3-2) y Valencia (3-1) que dejaron al Sevilla colista tras la quinta jornada.

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