El fin justifica los medios y un final con 1-0 hubiera justificado el pésimo partido que hizo en ataque ayer el equipo de Jiménez ante el colista. Los Sevilla-Osasuna nunca fueron bonitos, pero teniendo en cuenta que el miércoles hay otro partido de Copa y que el rival no exigía nada pese a ir perdiendo -ni protestaba las pérdidas de tiempo de los locales e incluso dejaba el tiempo correr como si perder por la mínima también puntuase- era hasta aceptable que el Sevilla no expusiera más de lo justo y se limitase a tener el balón pese a la opinión de la grada. Lo que pasa es que estas escopetas las carga el diablo y más contra un colista. Pasó lo que parecía imposible, que Osasuna marcase. Entonces la grada se cargó de razón. ¿Y ahora qué?
Defensa
Pese a que el rival no apretó, hubo demasiados nervios, sobre todo en el costado izquierdo y en la segunda mitad. En esa fase del partido, que además parecía estar más controlada porque el marcador estaba a favor, fue cuando el once de Jiménez empezó a dar pasos atrás. Tuvo enormes problemas para despejar balones fáciles y pese a que Osasuna no sacó ni un córner ni una falta tras el descanso, el Sevilla concedió una en un salto de cabeza del jugador más alto sobre el terreno de juego: Fazio. Luego Romaric hizo el resto despejando como debe estar prohibido hacerlo en el área.
Ataque
Con seis futbolistas por detrás del balón es imposible incluso contra el colista y eso le pasó al Sevilla. Camacho ordenó presión y mandó a tres o incluso cuatro futbolistas sobre el jugador del Sevilla que poseía la pelota y otros tres encima de las líneas de pase y los destinatarios posibles. Como los laterales no doblaron jamás y Romaric no conectaba con Renato porque ambos estaban abrumados, la primera parte pasó en la más absoluta frialdad. Luego Renato se soltó algo y Jesús Navas, como siempre, apareció, pero el Sevilla no quiso más y sólo Capel buscó profundidad, pero era muy poco y una declaración de intenciones: pensar en la Copa.
Virtudes
Las ganas de Jesús Navas.
Talón de aquiles
Si no quiso ir a por él, otra vez no saber manejar un partido que era facilísimo enfriarlo, pues rara vez se topará el Sevilla con un rival que se conforme con ir perdiendo.
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