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Un equipo zombi: el Barcelona va despidiéndose de una era gloriosa

El Barcelona, aquel equipo que maravilló al mundo del fútbol, acelera en la recta final de la apatía. Se huele, se palpa y se siente el "fin de ciclo", tema "tabú" para los catalanes durante tanto tiempo. De aquel gran equipo queda cada vez menos. "Ahora no existe una crisis semanal, ahora lo que se vive es una crisis de las gordas", publicó ayer La Vanguardia, que definió a los azulgrana como "un equipo zombi".

Los diarios deportivos catalanes coincidieron en apuntar a Gerardo Martino. Las críticas hacia el argentino se intensificaron en la última semana a partir de la eliminación con derrota ante el Atlético en los cuartos de Champions. No se le perdona que sacara del partido a Iniesta a los 72 minutos, aunque hasta entonces éste hubiera ofrecido poco, y no se le entendió qué quiso decir cuando explicó en Madrid que aspiraba a un Messi que participara menos en la jugada pero estuviera más afinado en la definición.

Martino comenzó a firmar su sentencia cuando dijo que entendía que se lo criticara más por no ser "catalán ni holandés". Lo dijo en septiembre, cuando su equipo sumaba victoria tras victoria y las críticas sólo podían apuntar a detalles. Ahora no. En el final de una temporada enloquecida, el Barcelona confirma que Martino podrá equivocarse en tal o cual alineación, enmudecer al costado del campo cuando los partidos se complican o meterse en innecesarios enredos por su costumbre de ser sincero y directo ante los medios. Todo eso sucede, sí, pero el gran problema del Barcelona hoy pasa por unos jugadores a los que pareciera que ya nada los motiva.

De hecho, hay que remontarse a 2008 para encontrar dos derrotas consecutivas del Barcelona sin marcar goles. Fue en los albores de la era Guardiola, un hombre que supo motivar a los jugadores al máximo y que se fue cuatro años después cuando vio que esos mismos hombres le respondían cada vez menos.

El desconcierto en el Barcelona es total. Ya no está Sandro Rosell, el hombre que trajo a Martino, y que debió dejar la presidencia en medio de las oscuridades del contrato de Neymar, uno de los pocos que parece seguir teniendo interés por jugar y ganar. Martino, así, está solo, porque su interlocutor más cercano, el director deportivo Andoni Zubizarreta, también está en la mira por su política de planificación de fichajes. Mientras el Barcelona confía en encontrar una salida para la sanción de la FIFA que le impide fichar por un año, el equipo muestra una descomposición de estilo y un desinterés asombroso por plantarse como dueño del partido ante el rival de turno.

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