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El eterno milagro de Simeone

Popular para unos y populista para otros, el argentino Diego Simeone trasladó su filosofía de vida al Atlético, al que cambió su estigma hasta convertirlo en un equipo ganador. "La vida es esto: levantarse, insistir y competir", fue una de las múltiples frases que tiró tras el triunfo del Atlético ante el Barça.

El conjunto rojiblanco eliminó al actual campeón de la Liga de Campeones y regresó a las semifinales del torneo dos años después. Nadie podría sospecharlo cuando el 23 de diciembre de 2011 llegó al banquillo rojiblanco para asumir el mando de un barco encallado bajo la dirección del destituido Gregorio Manzano. Simeone, con todo su carisma, fue la solución de sus directivos, desesperados ante el vendaval de críticas que les caía.

El argentino no aplazó demasiado el crédito y concluyó la temporada con un título, la Liga Europa. A partir de ahí comenzó una ascensión que no tiene freno.

"No me quedo con un pase a semifinales, hablo de valores. Hay gente, utilleros, empleados, hinchas, que están siguiendo una línea... Creemos en los valores de la vida que podemos volcar en el juego", fue otra de sus frases tras el pase ante el Barcelona.

Simeone no sólo consiguió devolver al Atlético de Madrid a la élite, sino que lo llevó a competir de igual a igual ante los rivales más poderosos, ante clubes que lo doblan en presupuesto. Por ejemplo, hace dos años jugó la final de la Liga de Campeones ante el Real Madrid y conquistó la Liga contra todo pronóstico. Y ahora acaba de eliminar en Europa al equipo de Messi, Neymar y Luis Suárez.

De paso, durante estos años el argentino ayudó notablemente a su club en su intento de solucionar su grave crisis económica. Consolidar al equipo en la Liga de Campeones alivió sensiblemente la situación financiera de la entidad, cada vez más grande a nivel global. Ahora la cuestión es: ¿Dónde está el techo del Atlético? Y más concretamente: ¿Está en disposición de ser ya el rey del continente?

Quizá traicionado por el subconsciente, Diego Pablo Simeone se atrevió a sugerir el miércoles que existe una ambición oculta: "Estar dentro de los cuatro mejores de Europa es un paso importante, no otra cosa. No es extraordinario, es un paso importante porque esperamos que haya más".

Ya casi nadie se atreve a negar que el Atlético es un serio aspirante a campeón de Europa. Es lo que sucede cuando al frente está un entrenador que vive en el eterno milagro y al que siguen ciegamente muchos miles de fieles.

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