Betis-Osasuna · la crónica

Tan fácil como que jueguen los buenos (3-0)

  • El Betis despierta a tiempo para derrotar a Osasuna gracias a la estelar aparición de Dani Ceballos tras el descanso. Mel rectifica el planteamiento inicial para la goleada de un equipo que cada jornada se siente más líder.

Mel, más allá de un perfeccionista, es un inconformista. En vistas de que su Betis no acaba de darle el fruto por él prometido a la afición, se pasó la Semana Santa, entre paso y paso, dándole vueltas al magín para averiguar qué hacer con el equipo. Poco le importan al madrileño el liderato o los contumaces fallos de unos rivales cada día menos directos. Él, a la hora de inmiscuirse en su laboratorio y calibrar fórmulas con las diferentes probetas, sólo puede adentrar ingredientes en verde y blanco. Y así, a puerta cerrada también en los potreros y sin que nadie levantase la voz micro en mano para hablar de amaños que distrajesen, fue pariendo este partido frente a Osasuna. 

Las malas actuaciones de la mayor parte de sus futbolistas lo habilitan hoy para casi todo. Es raro quien pueda reivindicar un sitio fijo y eso, qué duda cabe, facilita el trabajo del entrenador. Ocurrió, empero, que entre las dos soluciones que se le abrían eligió quizá la menos propia, aunque sólo fuese porque en la probeta mezcló algunos ingredientes rojillos, léase, pensó en Osasuna a la hora de hacer la alineación. ¡Ay, esos miedos por mor de ajenos de las estrategias en El Sadar! Aunque también sería justo decir que el plan B no se activó tras la mala componenda del Betis en la primera mitad. La entrada de Dani Ceballos tras el descanso la contemplaban los técnicos verdiblancos desde que éste se incorporase el jueves a los entrenamientos. 

Pero disquisiciones al margen, el partido, en el que dígase de paso que el Betis refrenda y agiganta su liderazgo en la categoría, arrojó una enseñanza muy clara. Y no sólo a Mel ni al resto de entrenadores del orbe balompédico, sino a todo el que desde alguna tribuna por insignificante que sea se dedica a adoctrinar sobre fútbol. Porque la verdad, la única, la ofrece el propio juego. A esto deben jugar los mejores, y a nadie escapa que Dani Ceballos es uno de ellos en el Betis. 

Vaya por delante que Mel está llevando al utrerano de forma excelsa. Le dio el banquillazo que necesitaba en el momento oportuno y ayer ni titubeó a la hora de sacarlo al césped para que se echase el Betis a sus impúberes espaldas. Pero... bueno está lo bueno. 

Y es que en el Betis esta única receta válida de dar con el sistema adecuado para que quepan en un equipo los once mejores tiene un aditamento más. Porque, dibujo al margen, la idea de su entrenador sí es invariable: ganar desde la posesión del balón, con una presión lo más adelantada posible y con la portería contraria en la cabeza incluso con polifagia. Pues, bien, si Mel pretende conseguir siempre que su equipo se aderece con tales maneras hay dos futbolistas cuya alineación es innegociable, que diría el nunca bien ponderado Luis Aragonés: el citado Dani Ceballos y Portillo. 

Porque, además, al ser ellos interiores que no extremos, le permiten al Betis una dictadura de las antiguas en el mediocampo. ¿Que los laterales no son Daniel Alves ni Roberto Carlos? Pues claro, pero esto es Segunda División. Y con Molinero y Varela, más alguna coberturita, va el Betis despachado... 

Hay que colegir también que el utrerano y el paleño son los dos únicos futbolistas a los que no les quema el balón. Encima, saben regatear y pasar en corto y en largo. Ocurre que uno sin el otro se quedan como sin el socio. Y por ahí se le escapó al Betis una primera parte tejida en arpillera; basta, fea, errática y en la que incluso la nerviosera asomó y tiñó la grada de ese tufillo que avecina la ruina. Por fortuna para el Betis, Osasuna es Osasuna, apenas un bloque bien armado por José Manuel Mateo pero cándido hasta decir basta. 

De otro modo no se explica que no fuese capaz de hacer sangre ante la retahíla de balones perdidos por el Betis. Osasuna no tenía la posesión del esférico, se lo regalaba el Betis, incapaz en la primera media hora de salir de su propia mitad de terreno. Aun así, las mejores ocasiones fueron verdiblancas, como un disparo alto de Cejudo o un fuera de juego aparentemente inexistente señalado sobre Rubén Castro cuando se disponía a ejecutar a Riesgo. 

Pero por arte de birlibirloque todo cambió tras la segunda salida de casetas. Un solo retoque, previsto: Dani Ceballos por Cejudo. Y otro Betis. Portillo se sintió Portillo sabiendo que siempre hallaría a quién dársela, Jorge Molina se enchufó en el engranaje y hasta Rubén Castro, otro de los motivos del cambio de sistema por aquello de que algo que hay que hacer para reactivarlo, entró más en faena. 

Y llegaron el juego y los goles. Ya era imposible que Jordi se atiborrase a pases erráticos porque el balón circulaba muy lejos de él (igual algún día, en esa búsqueda de la perfección vemos a N'Diaye de central sacando la pelota con potencia y la cabeza en alto) y el Betis se sentía fuerte, rayano en el que quiere su entrenador. Pero si mientras eso llega cada día es más líder...

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios