Deportes

Una formación con los mejores

  • Marcelino aprovechó su cese en Zaragoza para enriquecer su método siguiendo in situ el trabajo de tres grandes técnicos, Villas-Boas, Benítez y Guardiola · "Me recibieron muy bien y guardo una gran amistad"

Lo que hoy es Marcelino, sus conocimientos, su formación, su método de trabajo, su manera de actuar, no es casualidad. El entrenador asturiano siempre se ha definido y lo han definido como un estudioso del fútbol que no deja nada a la improvisación, que se preocupa por aprender constantemente y que dedica muchas horas a estudiar a su equipo, cada uno de los componentes, y a los rivales.

Así, no es casualidad que uno de los escasos años muertos del hoy entrenador sevillista lo dedicara a viajar, a estudiar y a aprender de otros entrenadores más consagrados, una relación que hoy le sirve para mantener un estrecho vínculo con técnicos de primer nivel mundial.

Marcelino siempre se ha declarado admirador de Arrigo Sacchi. Sus últimos años como jugador coincidieron con aquel Milan que maravillaba en Europa, que inventaba aquello del achique de espacios y que marcaba una época en el plano de la dirección de grupos y del funcionamiento táctico. Más tarde, Marcelino se empapaba de todo lo que hacía un técnico emergente en España, Rafa Benítez, que, tras forjarse en un Tenerife al que ascendió a la par que Caparrós con el Sevilla, se destacó como un entrenador líder en Valencia, donde nada más y nada menos que ganó un título de Liga. El salto a Inglaterra vino después, la consagración en el Liverpool…

Pero no es sólo Benítez. Marcelino tiene excelentes relaciones con Andre Villas-Boas, actual entrenador del Chelsea, y con Pep Guardiola. ¿Y quién no conoce a Pep Guardiola?

Vayamos por el principio. Cuando Marcelino fue destituido en el Zaragoza, en diciembre de 2009, se ve con seis meses por delante para esperar a otra oportunidad de entrenar. En España el código ético del colegio de entrenadores impide a un técnico trabajar en dos de sus clubes afiliados en un mismo año. Le quedaban dos opciones. O aceptar algo fuera o esperar. Así que, lejos de tomarse un año sabático, una expresión muy extendida en el mundo de los entrenadores no hace mucho tiempo, el asturiano entendió que era una excelente oportunidad para complementar su formación y tuvo claro que debía pagarse de su bolsillo cursos acelerados con entrenadores de referencia en Europa y, sobre todo, que estaban aportando algo distinto, aire fresco en el mundo de los banquillos.

Empezó cerca, en Portugal. Decidió viajar a Coímbra, donde un jovencísimo André Villas-Boas (31 años) casi iniciaba su andadura en la Académica, del que no tardó en dar el salto al Oporto. Villas- Boas había llamado la atención al convertirse en asesor de Bobby Robson cuando, con 16 años, aprovechó que era vecino suyo para darle unas claves para que sacara más rendimiento a Domingos Paciencia, entonces jugador y ahora técnico de Capel en el Sporting. Pero entró en contacto con Mourinho y estuvo de segundo del hoy entrenador del Real Madrid tanto en el Chelsea como en el Inter antes de tener la oportunidad de empezar a entrenar en la Académica. En Coímbra, Marcelino cuajó una excelente amistad que aún perdura con el que hoy es entrenador del Chelsea, quien le permitió asistir a entrenamientos y conocer directamente su método de trabajo, sus inquietudes. En Portugal, con Villas-Boas, estuvo una semana junto a su inseparable equipo de trabajo, Ismael Fernández y Rubén Uría. Ambos también tomaban buena nota de lo que veían cada uno en su parcela.

Había que seguir, había que aprovechar el tiempo libre y decidió contactar con el técnico que posiblemente más admire, Rafa Benítez. Viajó a Liverpool y allí mantuvo también muchas jugosas y productivas conversaciones con el entrenador madrileño, que vivía entonces en la cresta de la ola con un Liverpool fuerte con jugadores como Fernando Torres, Xabi Alonso o Gerrard. Otra semana en Inglaterra conociendo instalaciones, viendo sistemas de entrenamiento, cambiando impresiones, hablando de fútbol y dedicando muchas horas a acompañar a Benítez con sus colaboradores, todos abriendo mucho ojos y oídos. Después, ya más cerca, Guardiola fue el siguiente objetivo. Y el de Santpedor, quizá recordando cómo Marcelo Bielsa lo recibió cuando fue él el que acudió a Argentina a aprender de sus consejos, recibió al asturiano con los brazos abiertos.

"Los tres nos atendieron fantásticamente bien. A los tres tengo muchísimo que agradecer porque son grandísimas personas y nos lo demostraron, aparte de grandísimos entrenadores. Con Benítez hablo casi todas las semanas, con Guardiola me mensajeo a menudo y con André hablo también mucho", explica un Marcelino agradecido. "Nos enseñaron todo, hablamos de todo, de soluciones futbolísticas, de todo lo que se puede hablar. Cada uno tiene sus ideas de fútbol, pero son grandes los tres y lo han demostrado", termina.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios