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Cuando el fútbol le gana al físico

  • Reyes, en alianza con otro jugador de aura exterior parecida, demuestra que sigue siendo igual de necesario en la alta competición. Banega, otro talento decisivo.

Precisamente cuando el fútbol se torna más físico, cuando jugadores como Krychowiak se señalan desde el entorno como el próximo gran pelotazo de la dirección deportiva del Sevilla, es cuando aparece el talento para decidir, para desatascar un partido, para ganar... en resumidas cuentas, para dignificar el fútbol. Y es curioso en el caso de Reyes, un jugador que en su explosión de juventud lo basaba todo en lo físico, en una velocidad inimaginable y una frecuencia cardiaca máxima que asustaba a fisiólogos y a preparadores físicos.

Pero el que volvió hará ahora tres años es otro Reyes. Un Reyes con más fútbol que físico, lo que añade más curiosidad a la paradoja cuando muchos anunciaban que estaba incapacitado ya para sostener el ritmo de competición que exige el fútbol actual. También lo dijeron de Banega, en un caso parecido al del utrerano en esa visión particular que desde fuera llega a calar y que se empeña machaconamente en relacionar a través de estereotipos la vida extradeportiva con el rendimiento profesional. Reyes y Banega, digamos el fútbol, le ganaron la partida al físico ante el Granada en una lección que el aficionado recibió para su sorpresa como luego agradeció para el espectáculo.

En dos encuentros recientes ha oído ya el veterano extremo y ya capitán del equipo ese cántico de la grada acompañado de una reverencia con las palmas de las manos hacia abajo. "Reeeeyes, Reeeeyes...". Una especie de genuflexión con la que, gráfica y literalmente, el sevillismo se rinde a sus pies.

Y es que ha convencido a los incrédulos. Puede hasta que entre ellos se encontrara una parte -no todo- de su propio entrenador. Emery, que la temporada pasada (todo hay que decirlo) tuvo a Reyes entre sus titulares fijos en los partidos importantes, no es que perdiera la fe en el utrerano. Nunca lo hizo. Pero es cierto que su físico limitaba su maniobra de acción en los partidos. Mimado y reservado para las citas en las que había algo importante en juego (fue titular en los partidos fuertes incluida la final de Turín), tampoco podía esconderse que su limitado físico le daba sólo para media hora de juego (ante el Benfica previendo la prórroga fueron unos 80 minutos) y que su presencia en el once condicionaba el primer cambio en cada encuentro.

Emery pensó en verano en otro rol para el utrerano, aunque llegaron a hacer circular sus más críticos que había pedido al club que le buscara una salida, un rol que le permitiera tener un jugador de sus mismas o parecidas prestaciones pero con más baterías. Se escuchó el nombre de Pedro León, que podía aportar también golpeo a balón parado, otra de las ofertas que siempre tienen los jugadores que anteponen la calidad al físico, lo que a menudo en el fútbol se traduce en esfuerzo y trabajo defensivo.

Reyes, que ante el Feyenoord levantó a los sevillistas más incrédulos de sus asientos, hizo frente al Granada otra exhibición de ese juego que no tiene nada que ver con el que interpretaba cuando fue vendido al Arsenal. Es cierto que, como con Banega y con todos los jugadores de calidad, se tienen que dar las circunstancias, más favorables en partidos en casa que fuera, pero sobre todo pegado a la la banda derecha, desde donde ve esos huecos inverosímiles para lanzar el pase interior, el pase que nunca podrán ver los jugadores que lo basan todo en correr, correr y correr.

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