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El fútbol, los profesionales y el espectáculo

  • El inesperado gol de Pareja y un eslalon de clase de Reyes, saltándose los corsés tácticos, únicos alicientes en un partido de altas expectativas

Los profesionales del fútbol no entienden de fiestas navideñas, de partidos en horarios infantiles, de campos a rebosar en espera de que se cumpla la promesa de un espectáculo. Cada día más, el fútbol es de los hombres de fútbol y cada vez está más alejado de las cuitas del aficionado. Y esto se hace muy patente en un Sevilla instalado en la aristocracia de la élite española por empuje, por brío, por ambición..., por casta y coraje. Cada vez que pueden, desde José Castro a Unai Emery, recuerdan que el Sevilla fue campeón de la Liga Europa venciendo a equipos superiores. Recuerdan que está rindiendo por encima de sus posibilidades reales. Y eso, a veces, redunda negativamente en la estética de su juego.

El aficionado sevillista quiere que su equipo luche por altas cotas y su nivel de exigencia ha ido subiendo como la espuma al tiempo que su equipo ha ido llenando de plata europea sus vitrinas. Pero para seguir respondiendo a esas altas expectativas, sus regidores afinan la preparación y buscan la sublimación del equipo desde la fría y prosaica profesionalidad: dobes sesiones, controles físicos en el CEAR, cargas físicas para afrontar con garantías los duros meses venideros... ¿Realmente puede el Sevilla, este Sevilla, afrontar con garantías las tres competiciones y optar a las más altas metas? Puede que sí, pero para ello le debe dar prioridad a la preparación superprofesionalizada sobre el espectáculo. En otras palabras, que si se lesiona Mbia, saldrá por él un defensa en lugar de un jugador creativo.

El sistema de dos medios de cierre es intocable en el Sevilla de Emery desde que enderezó el rumbo en aquella mañana de Cornellá. Ante diez, también. Entre eso y la carga de entrenamientos, el Sevilla les devolvió a los miles de aficionados que hicieron un parón en las fiestas para acudir a Nervión un tostón de partido... y tres puntos. El Sevilla sigue vivo en la pelea por la Champions, pero el aficionado continúa ansioso por ver espectáculo.

Ante el Celta, sólo Reyes levantó de sus asientos a los sevillistas. "¡¡Reeeeyes, Reeeeyes!!", bramó el adormecido coliseo nervionense cuando el utrerano, saltándose todas las rigideces de su técnico, les hizo dos caños a Madinda y Pablo Hernández en la zona de peligro para montar una contra exquisita. Era la reivindicación del espectáculo, la rotura pública de los corsés, aplaudida por una grada que quiere que su equipo vaya a la Champions y pelee por la Copa y la Liga Europa, y que también juegue algo al fútbol, no sólo trabaje el fútbol. Quizá se le pide mucho a este Sevilla en el que Reyes, un jugador cuyo futuro es incierto, debe tirar del equipo. ¿Altas metas o espectáculo? Si es la dos cosas, mejor. Pero esa ecuación es tan difícil...

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