Deportivo | sevilla · el otro partido

Mucho más que un futbolista

  • Frederic Kanoute entró en el segundo tiempo y él solo cambió el signo del partido · El delantero, onmipresente en el campo, asistió en los dos primeros goles e inició el contragolpe del tercero

Que Frederic Kanoute es algo más que un futbolista es sabido por todos los aficionados al deporte de la pelota. El malí ha sido apertura de informativos generalistas y objeto de controversias durante los últimos días. Kanoute vestía a Palestina bajo la camiseta sevillista. La enseñó tras su gol y la multa le cayó por decreto.

Kanoute es algo más que un futbolista. Ayer también lo fue. Los defensas del Deportivo contaban tres o cuatro rivales, pero sólo era Kanoute. Un señor que habla el lenguaje de los huecos y de las sombras, que las interpreta por el terreno de juego y las traduce al resto de sus compañeros. En el lenguaje de Kanoute se repite una voz con insistencia: gol, gol, gol.

El gigante malí entró en el campo en la segunda mitad, cuando los sevillistas jugaban en inferioridad tras la expulsión de Maresca, y el Sevilla rayó la perfección tras la reanudación. Mucho tuvo que ver Kanoute, con cuya presencia el Sevilla pareció jugar con ¿trece?

El Sevilla salió de inicio sin Kanoute. Se probó durante el calentamiento pero la prueba desaconsejó su participación. No empezó mal el Sevilla el partido. Tenía ritmo y parecía despojarse de miedos pasados. El equipo no se acula, pero le falta grandeza arriba. Se lleva de menos al ausente, el grande en estatura, el grande en calidad y el grande en compromiso que falta.

Metido de lleno en etapas llanas post Tourmalet, el Sevilla había llegado al romo Macizo Galaico para enfrentarse al Dépor. Es la segunda ración de tres en sólo una semana. Copa del Rey-Liga- Copa del Rey (próximo miércoles). Hace frío en La Coruña. La media entrada suspira de alivio al ver a Kanoute abrigado en el banquillo. El frío podía ser mayor.

Pero el frío sólo apareció en Riazor al término de los primeros cuarenta y cinco minutos. Bodipo, sevillano de Montequinto, pone a su equipo por delante en el minuto 34. Calorcito para el aficionado. Lafita, Guadardo y Bodipo se las bastan para crear la inquietud en la retaguardia rojiblanca, que hace mutis a partir del minuto quince. Más calor. El Dépor, sin acumular medallas de mérito, se pone por delante. Y Maresca se autoexpulsa delante de Rubinos Pérez. En Riazor nadie tiembla.

En el segundo tiempo, el Sevilla nace en otro partido. Sin Maresca, hay nueve jugadores y Kanoute. Si retomamos el símil ciclista, el Sevilla juega en llano, pero el malí escala, llanea y contrarrelojea. Kanoute no tiene en cuenta la pendiente de la carretera. La carretera es siempre cuesta abajo cuando Kanoute se apodera del balón. Hace oro todo lo que toca.

El Sevilla empieza a jugar al fútbol pues con Kanoute no hay inferioridad que valga. No pasan ni dos minutos de la segunda mitad, cuando el Sevilla ha cambiado de medidas y de hechuras. El sastre, Grande de Malí, roba, resta, aguanta, asiste, provoca faltas y suma sin parar. El traje sevillista tiene ya otro color y el control del partido es indiscutiblemente visitante. Sólo falta el gol, que ejecuta Luis Fabiano tras rematar una brillante asistencia de Kanoute.

El empate es un merecido premio. Pero el Sevilla de ayer, aun con diez, al menos eso dice el acta, comienza a jugar a lo campeón. El balón realiza giros de rotación alrededor de Kanoute, el astro rey de la noche coruñesa, a quien la pelota le dura en los pies los segundos que el aficionado sevillista no siente pasar. Y es que el el segundo gol sevillista ya se impone en el marcador, obra de Renato tras un nuevo magisterio de Kanoute con el esférico.

Mucho más que un fubtolista, Kanoute es varios futbolistas a la vez. Mucho más que un futbolista, a Kanoute le mueve un compromiso a prueba de multas. Kanoute leyó ayer el partido con la inteligencia de un ser divino. Cuando terminaba el encuentro, el malí pasó a Navas que pasó a Capel para marcar el 1-3. Y volvió a hablar a los compañeros en su lengua: gol, gol, gol.

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