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Cuando el gato enseña sus garras

  • En el Mont du Chat, Merckx desfalleció en 1974 ante el ataque de un ilustre como Poulidor

Nadie se acuerda por qué el Mont du Chat no ha vuelto a figurar en el menú del Tour de Francia desde 1974. Quizá porque sus apenas 8,7 kilómetros de ascenso, con una pendiente media del 10,3%, que llevan hasta más de 1.500 metros de altitud sobre el nivel del mar apenas dejan un momento de respiro. Una subida explosiva, diferente de las que, hasta ahora, forjan el mito del Tour.

A lo largo del día hoy los ciclistas deberán salvar 4.600 metros de desnivel, un balancín sin final, con apenas unos cuantos kilómetros de llano. El resto, o subiendo o bajando. Pero la victoria de etapa no se decidirá cuesta arriba. Hará falta lanzarse a un descenso técnico de 26 kilómetros hasta la meta de Chambery. El gato mostrará sus garras subiendo, pero las cicatrices comenzarán a verse bajando.

El director deportivo de la carrera, Thierry Gouvenou, no oculta su preocupación, sobre todo desde que los servicios meteorológicos anuncian tormentas. En seco, la bajada es técnica pero no peligrosa, señala Gouvenou, que tuerce el gesto cuando se le recuerda que puede llover. "Puede ser una pista de patinaje, más aun con la forma que tienen ahora de bajar los ciclistas, a cara o cruz". El líder Chris Froome se cayó el año pasado bajando a Peyresourde, pero sostiene que no tiene miedo a la etapa, pues conoce el Mont du Chat de la Dauphine.

Pero en 1974, cuando el ciclismo llevaba el apellido de Eddy Merckx, que lo ganaba todo o casi todo, que lo dominaba todo, el belga flaqueó subiendo el Mont du Chat al envite de un veterano que se creyó más joven que nunca, más ganador que nunca. Raymond Poulidor contaba entonces 38 años y atacó con tanta violencia que dibujó en el rostro de Merckx ribetes de sufrimiento que nunca se había visto en El Caníbal.

El gato enseñó sus garras y el viejo segundón puso contra las cuerdas al todopoderoso Merckx. Desfalleció antes de la meta y el belga acabó ganando el Tour. Aunque nunca olvidó la cicatriz de aquel arañazo.

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