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De hito en hito... y en hito

  • El equipo bético sufre la segunda derrota histórica de la temporada y está a punto de certificar el descenso matemático de categoría

  • Sin defensa ni ataque enfrente, el Baskonia no tuvo rival

El base del Baskonia Beaubois culimna una penetración ante la defensa de Urtasun e Iván Cruz.

El base del Baskonia Beaubois culimna una penetración ante la defensa de Urtasun e Iván Cruz. / fotos: f. ruso / acb photo

El Betis Energía Plus cayó con estrépito frente a un Baskonia que no se apiadó de un rival roto anímicamente y que volvió a evidenciar su escasa capacidad de defender, encajando esta vez una puntuación de escándalo. El equipo verdiblanco vaga en el ACB de hito en hito, de récord en récord, pues si hace tres semanas recibió la mayor diferencia de la historia reciente de la competición, contra el Baskonia volvió a dejarse anotar la mayor diferencia en San Pablo desde que juega en la ACB (44 puntos).

El equipo bético adoleció de los mismos defectos de siempre, los fallos que lo han condenado a la zona de descenso durante la mayor parte de la temporada. A saber, las pérdidas de balón no forzadas, la escasa tensión defensiva y, una jornada más, la repentina desaparición de sus anotadores condenaron a los verdiblancos a sucumbir en un partido que los sitúa en la boca del descenso, otro más, el segundo consecutivo, lo que supone nuevamente un hito. Pues si el equipo sevillano no había defendido jamás durante su estancia en la máxima categoría del baloncesto español, esta temporada, la 17-18, será la segunda vez que lo haga.

Para evitar el descenso, el equipo dirigido por Javier Carrasco ha de vencer los tres encuentros restantes -Real Madrid, el miércoles; Obradoiro, el domingo; y Tenerife, el próximo 24 de mayo- y que sus aún rivales, es decir, Zaragoza y Bilbao, lo pierdan todo a partir de ahora. Lo peor es que la escuadra cajista no está para nada. Salvo algún esporádico arreón de amor propio, los jugadores se mostraron desconectados, impotentes, incapaces de reaccionar al vendaval de los vitorianos, que trataron a los béticos como si fueran muñecos de trapo arrumbados en el cajón de un ropavejero desmemoriado.

En los primeros compases del choque mandaron los ataques sobre las defensas. Ante la sorpresa del respetable, los verdiblancos se acomodaron en un intercambio de castigos, un plan algo suicida que, como era de esperar, favoreció a los baskonistas. Al 9-15 inicial respondió Javier Carrasco con un tiempo muerto. Lo peor de todo, aún en el primer cuarto, eran los síntomas: los jugadores con la responsabilidad de sumar puntos en el equipo -Kelly, Schilb y Booker- iniciaron sin puntería el partido. Tales síntomas se tradujeron, pasados los minutos, en una enfermedad que ya no se cura ni con una sangría de barbero.

El primer tiempo muerto le sirvió a Pedro Martínez, técnico del equipo vitoriano, para corregir aspectos defensivos que desembocó en un 9-26 a falta de dos minutos para la conclusión de los diez minutos iniciales. Shengelia y Janning, cada uno a su forma, se encargaron de poner el duelo en su sitio, en el de los visitantes.

Y si el equipo bético se había frenado en ataque durante tres minutos y medio en los últimos cinco del primer cuarto, la reanudación del segundo cuarto trajo más de lo mismo. Una vez más no hubo reacción. Ocho puntos seguidos de Vildoza elevaba la ventaja visitante a un temible 14-38 a falta de seis minutos y medio para el descanso.

Sólo el amor propio de Alfonso Sánchez, que provocó tres faltas en ataque, y el martillo pilón de Golubovic en la zona rival mantenían la desventaja a una digna distancia al término de la primera mitad del partido (30-52). El público, los casi 3.000 aficionados que se acercaron a San Pablo, despidieron con una sonora pitada a su equipo, que se marchaba cabizbajo al vestuario.

Una segunda parte que no sirvió para que el Betis enmendara su papel, sino lo contrario. El Baskonia jugaba prácticamente a placer, ante lo que el equipo bético respondía con la mirada bobalicona del espectador que no llega a comprender qué está sucediendo. El Baskonia había encontrado en la defensa bética no una fisura, sino un túnel cuántico por el que introducirse y salir con una canasta a favor. Los porcentajes de tiro baskonistas eran los de un entrenamiento, los de esas ruedas de calentamiento en los que raros son los tiros errados.

La segunda mitad apenas tuvo historia. El entrenador visitante, sabedor de que sus jugadores tienen aún toda un play off por el título que disputar, repartía minutos entre los suyos. En el marcador nada cambiaba. Del 34-64 en el minuto 24 se pasó al 44-77 justo antes de acabar el tercer cuarto. El 44-77 se transformó en un 55-99 a falta de cuatro minutos para el final. El Baskonia terminó de darse un festín contra un Betis que sacó a relucir de nuevo su nómina de defectos. El descenso se materializará en cuestión de días, quizá ya pasado mañana.

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