A los sevillistas que miraban ayer la tabla clasificatoria les dolía enormemente ver a su equipo en mitad de la misma porque no están acostumbrados. La derrota cosechada en Villarreal colocó al equipo de Gregorio Manzano en décima posición con 20 puntos, una plaza que no ocupaba el cuadro nervionense a estas alturas de la Liga desde la temporada 2007-08, coincidiendo justo con la transición en el banquillo tras la huida de Juande Ramos y la llegada de Manolo Jiménez.

Desde entonces, jamás estuvo tan mal clasificado el Sevilla al término de la decimocuarta jornada, transcurrido ya un tercio del campeonato. En dicha campaña, el equipo que ya llevaba algunas semanas dirigiendo el de Arahal ocupaba la decimocuarta posición con 16 puntos, cuatro menos que ahora, cinco partidos ganados, ocho perdidos y un empate. El balance de goles, sin embargo, era más favorable a los que ahora exhibe, 25 a favor y 21 en contra; mientras que en la actualidad ha anotado 20 y ha recibido 23. Pero aquel año la espectacular segunda vuelta que completó el equipo en la primera campaña de Jiménez al frente del equipo le dio para meterse en la Copa de la UEFA y para rozar incluso la Champions, perdida al final por el goal average particular con el Atlético de Madrid.

Igualmente, otra estadística negativa que firma el Sevilla de Manzano llega con el número de derrotas consecutivas, ya que el cuadro sevillista no enlazaba cuatro caídas en partido oficial desde el mes de abril de 2009, cuando, con Jiménez también en el banquillo, perdía ante Getafe, Valencia, Barcelona y Real Madrid. Evidentemente, la entidad de los rivales no tiene nada que ver ni tampoco en los segmentos clasificatorios en los que se movía, ya que a pesar de esa mala racha el Sevilla cuando la cerró (ganándole precisamente al Villarreal en aquel famoso calendario del Tourmalet) mantenía la tercera plaza, que al final lograría para clasificarse directamente para disputar la Liga de Campeones.