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La inteligencia más móvil

  • Xabi Alonso se erige en controlador del choque y culmina su lección con los dos tantos del encuentro · Cabaye desaparece entre tintes de impotencia y agotamiento

La batalla entre España y Francia vislumbraba un claro escenario en el que se repartirían las responsabilidades de creación y destrucción, un centro del campo en el que Xabi Alonso y Cabaye tuvieron diferentes protagonismos.

El madridista realizó un partido ejemplar formando pareja de Sergio Busquets en el centro del campo español, descolgándose en ataque cuando las necesidades lo pedían y ayudando de forma solidaria en el esfuerzo por recuperar balones y evitar contragolpes del cuadro galo. El vasco encontró su mejor versión desde que disparó desde el centro del campo tratando de sorprender a Lloris. A partir de entonces apareció en cruces ante Malouda y Cabaye cuando éstos trataban de que los porcentajes de posesión de balón no fuesen extremos.

Pero su mejor aportación fue saber leer los momentos en los que debía romper las líneas y abandonar su posición de pivote, quizás una de sus mayores carencias en lo que iba de torneo. Lo hizo a la perfección en el tanto que rompió las tablas iniciales. Cuando Jordi Alba profundizó por el lado más reforzado por Blanc, el madridista apareció para rematar a la red de cabeza. No había mejor momento para abandonar su posición, la misma que siempre supo manejar coordinándose con Sergio Busquets para que las piezas nunca se alejaran demasiado.

Francia confió su estilo desde el inicio a Cabaye. Blanc conoce su potencial físico y su calidad técnica, aunque lo explota en demasía acudiendo a la presión de la línea de ataque. Ayer no apareció desde la segunda línea para buscar su disparo y sólo logró asustar con una falta directa que supuso prácticamente el único susto para Casillas en todo el primer tiempo.

Malouda y M'Vila se dedicaban a esperar y Cabaye se encontró solo en la labor de inventar contragolpes. De reojo vigilaba a Iniesta y a la vez corría al área rival para impedir la cómoda salida de balón de España.

Xabi Alonso, mientras, era el reloj de su selección desde la medular. Se dedicó a robar, tocar y volver a tocar. Lo hizo cuando España sólo pretendía parar el ímpetu rival teniendo la pelota, sin profundizar y sin agotar esfuerzos. Los cambios galos en el centro del campo obligaron al madridista a un trabajo de repliegue mayor y a frenar sus libertades ofensivas. Se juntó más a Busquets cuando España perdió el balón durante algunos minutos y siempre quiso iniciar contragolpes que ya contaban con jugadores propicios para ello.

Cabaye, fundido, esperaba la lotería de un disparo lejano o una acción aislada para aportar algo más que la presión que ya no lograba ejercer. Y quedaba tiempo para que Xabi Alonso cerrara el duelo tras abrirlo con su gol. La chispa de Pedro le regaló un penalti que no desperdició para anotar un doblete que lo convertía en rey de la noche de Donetsk. Su mirada de tranquilidad se relajó de forma definitiva en alianza con unos compañeros que le otorgaban las suyas con la certeza de un reconocimiento merecido.

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