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La leyenda o el número uno

  • Federer, cercano a los 33 años, busca su octava corona en la hierba londinense mientras Djokovic pretende desbancar a Nadal de la cima

Agigantar la leyenda o recuperar la cima del ranking mundial. Entre esas dos potentes alternativas se mueve la final del torneo de Wimbledon que disputarán hoy Roger Federer y Novak Djokovic, un duelo con historia y récords garantizados sea cual sea el resultado. A sus 32 años y siendo padre de cuatro hijos, el renacido suizo aspira a escribir una nueva página dorada en la catedral del tenis. Pero el serbio, que también sabe lo que es ganar en el césped de Londres, no está dispuesto a dejar pasar otra final de Grand Slam.

"Estoy lleno de motivación para ganar esta final. Quiero ganar el título. Significaría mucho mentalmente para mí", anunció el balcánico, que perdió sus últimas tres finales de Grand Slam y no se alza con un grande desde el Abierto de Australia de 2013. "No quiero que parezca que no aprecio llegar a una final de un major. Eso ya es un enorme resultado. Pero sé que puedo ganar el título. Debería haber ganado algunos partidos que perdí en finales de Grand Slam en los últimos años", confesó el número dos mundial.

Un triunfo tendría premio doble para Djokovic, ya que además le garantizaría el primer lugar del ránking por delante de Rafael Nadal, sorpresivamente eliminado en octavos de final. Gane o pierda, Federer ascenderá hasta el tercer puesto de la clasificación, pero los ránkings son lo de menos para la leyenda helvética.

Siete veces campeón en Wimbledon, Federer buscará una octava corona que lo deje en solitario como el máximo campeón del torneo más tradicional del tenis, por delante del estadounidense Pete Sampras y el prehistórico británico William Renshaw, un jugador que brilló a finales del siglo XIX. "La octava maravilla", resumió el diario The Times el objetivo que persigue el suizo.

Sólo Nadal, su eterna sombra, ganó más títulos en una de las cuatro grandes citas de la raqueta: nueve en Roland Garros. Federer intentará además extender a 18 su récord de títulos de Grand Slam y ampliar distancias frente al cada vez más amenazante Nadal, que suma 14.

"Es la mejor oportunidad que puede tener de ganar un nuevo major", analizó el ex tenista estadounidense John McEnroe en sus comentarios para la BBC. Tras vivir en 2013 el peor año desde su ascenso a la cúspide, Federer ansía refutar los pronósticos que anuncian el final inevitable de una era. "Ya ni recuerdo cuando fue mi última final de Grand Slam", bromeó el ex número uno, ausente de las grandes definiciones desde que conquistó Wimbledon 2012.

Pero el Federer de 2014 es diferente al de 2013: el helvético llega a la final habiendo dejado sólo un set en el camino en todo el torneo y con un nivel que recuerda a sus mejores épocas. "Estoy feliz de volver a estar en la final. Debo decir que este año ha sido muy sólido para mí. Y este torneo también fue muy bueno. Mis partidos fueron bastante rápidos y una semifinal como ésta es claramente el resultado perfecto antes de un gran partido en la final", advirtió tras vencer el viernes al canadiense Milos Raonic.

Djokovic, campeón en Wimbledon en 2011 y finalista el año último, irá en busca de su séptimo título de Grand Slam y su victoria número 17 en 35 enfrentamientos ante Federer. "Siempre jugamos grandes partidos. Novak es un gran campeón, ya obtuvo el título aquí, sabe cómo hacerlo, así que espero un gran partido", pronosticó Federer.

La final también ofrecerá un atractivo duelo de dos entrenadores que marcaron una época en el tenis. El alemán Boris Becker, a cargo del serbio, y el sueco Stefan Edberg, colaborador del suizo, intentarán saborear el título desde un lugar diferente, 24 años después de la última de las tres finales consecutivas que jugaron en Londres.

Un condimento más de una final que, si bien no verá el fin de una maldición de 77 años, como hizo el local Andy Murray con su título de 2013, tendrá de todas formas su lugar asegurado en los libros del tenis.

Con 32 años y 332 días, Federer quiere ser el campeón masculino más veterano de la historia de Wimbledon en la era abierta. El estadounidense Arthur Ashe tenía 31 años y 360 días cuando se consagró en 1975. Otro dato relevante es que el vencedor se llevará 1,76 millones de libras (unos 2.200.000 euros), casi un 12% más que en 2013.

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