Vivía cómodamente instalado en la mitad de la tabla con la vista alzada hacia los puestos que dan derecho a la fase por el título. El Grupo Capitol está haciendo una temporada notable, sin los miedos de otros años a caer en el pozo de abajo. Con Imbroda renovado, el curso estaba siendo tranquilo. Pero un solo partido ha metido la nerviosera en el cuerpo a los pucelanos. Ahora hay lío. O más bien puede haberlo.

Y eso que echando un ojo a la clasificación se percata cualquiera de que no parece preocupante la situación, al tener siete equipos por debajo en la tabla. Pero, undécimo con 10 triunfos, se ha complicado la existencia por no derrotar el pasado sábado a Estudiantes en el Pisuerga. No sólo habría casi garantizado su salvación, sino que a los colegiales los habría distancia en cinco victorias a falta de 10 jornadas, un abismo.

No ocurrió así y ahora se planta mañana en San Pablo con cierta incertidumbre por lo que se avecina y con algunos jugadores pensando más en las renovaciones que en otra cosa. El Cajasol debería estar mucho más inquieto al ser antepenúltimo con dos triunfos menos que los pucelanos, pero en Valladolid el entorno del club da por hecho que no sacaran nada positivo de su viaje a Sevilla y que lo que se le avecina hará que el porvenir no sea halagüeño.

Y todo por no haberle dado la puntilla al Estudiantes. Después del Cajasol, el equipo de Imbroda recibe a un Unicaja que querrá pelear por la quinta o la sexta plazas -ahora es séptimo- para hacer posteriormente un doble desplazamiento en las siguientes jornadas a dos canchas muy comprometidas, como son las del Gran Canaria y la del Pamesa. Si no sumara ningún triunfo en estas próximas cuatro jornadas, sí realmente estaría metido en un lío el Grupo Capitol.

Aun así, más vale preocuparse por el Cajasol, que a falta de 10 fechas tiene a tiro de piedra el descenso y no puede fallar más en los encuentros caseros. Como no gane a los pucelanos, habrá lío. Y, además, bien gordo.