Deportes

El mejor tiene más gol

  • Normalidad El Sevilla se impuso con claridad al Betis en un partido de la máxima rivalidad sin un fútbol brillante por parte y parte Eficacia Los sevillistas acertaron arriba y eso les dio un triunfo hasta cómodo

La normalidad se impuso en el derbi sevillano número 110 de la historia. El mejor de la contemporaneidad, el Sevilla, se impuso a su rival, el Betis, por la sencilla razón de que en estos momentos tiene muchísimo más gol en su plantilla. El fútbol, cierto, pudo parecer equilibrado entre los dos equipos, pero los hombres que ayer lucieron la elástica completamente carmesí, o roja cardenalicia, fueron los únicos que se acercaron con verdadero peligro hasta el marco del adversario. Tampoco lo hicieron en muchas ocasiones, pero sí las suficientes para conquistar un partido de lo más plácido.

Porque fue un encuentro de la eterna rivalidad cargado de buenas maneras desde el mismo momento en el que el minuto de silencio por el triste fallecimiento de Eusebio Ríos se respetó con rigurosa escrupulosidad por parte y parte. Después sobraría esa tángana en el centro del campo en la que se vieron involucrados la mayor parte de los miembros de ambos equipos por el rifirrafe entre Pavone y Daniel. El resto, con la excepción de contadas entradas tobilleras, se movió en los terrenos de los modales con los que se deben manejar los sevillanos a la hora de interpretar esa cainita rivalidad futbolística.

Este párrafo dentro de una crónica de balompié tiene su razón de ser a la vista del escaso contenido que tendría con posterioridad el encuentro. El Betis partió con la intención de hacerle daño al Sevilla a través de la velocidad y de las acciones de estrategia. Particularmente llamativo, en este sentido, fue el uso y casi abuso de meter la pelota en la zona que debía proteger Daniel con la ayuda de Mosquera por detrás. Como planteamiento inicial no estaba mal, pero el lateral brasileño se encargó de desbaratarlo por completo, ya que los hombres de Chaparro no fueron capaces de inquietar con verdadero peligro a Palop en ni una sola ocasión. El técnico trianero llevaba preparando el derbi desde hace un par de semanas, pero sus futbolistas no fueron capaces de responderle a sus demandas en el momento en el que debían hacerlo.

En el Sevilla, mientras, Jiménez optaba por mantener un planteamiento similar al que le sirviera para barrer el pasado domingo al Racing en Santander. Sólo alteraba un par de piezas, pues Keita ingresaba en el lugar de Maresca y Diego Capel ocupaba el sitio del sancionado Adriano. El resto era absolutamente igual, incluido el sistema de juego, ya que Renato apoyaba a Daniel por la derecha mientras que Fazio se hacía el dueño y señor del centro del campo. Los sevillistas querían el control del balón y lo intentaron desde el arranque, pero la presión bética tampoco les permitió un juego exquisito. Fue todo lo contrario.

Pero cuando las fuerzas se equilibran a través de los planteamientos que se realizan en las correspondientes pizarras, la ecuación sólo puede ser resuelta a través de una premisa básica: gana quien tenga más calidad, quien sea capaz de ponerse una vez delante del gol y de hacerlo subir al marcador. Si en el Betis se tenía que aguardar hasta el minuto 32 para que Mark González realizara el primer disparo a puerta, un tiro lejano y bastante inocuo para la integridad de Palop, justo después demostraba el Sevilla el porqué de las diferencias actuales entre unos y otros. Pelota para Daniel, ese lateral-medio centro-extremo que es capaz de liquidar al rival desde cualquier zona del campo. El brasileño levantó la cabeza, Melli tiró tarde el fuera de juego y en un abrir y cerrar de ojos Luis Fabiano tenía el balón controlado delante de Ricardo. Evidentemente, la calidad se impuso a los nervios y el delantero sevillista superó con facilidad incluso a Ricardo con un disparo con el interior del pie derecho.

Con tan poco había tenido el Sevilla para echar abajo todo el trabajo de motivación de Chaparro. Y, claro, desde ese momento las diferencias entre unos y otros se hicieron aún mucho más evidentes. El cuadro nervionense se limitó a cerrarle los espacios al adversario a la espera de que la fruta cayera sencillamente por madura. El Betis lo intentaba, es verdad, pero Jiménez había sabido cerrarle todos los espacios con la presencia de Fazio en el pivote y la ayuda de Renato y Keita.

Palop vivió tranquilo hasta el intermedio, como también lo haría después, y el Sevilla se encargó de rematar aquello al poco de volver desde los vestuarios. Le bastó con un saque de esquina para que Fazio lo cabeceara de manera poderosa y la fortuna se aliara con el argentino al rozar en Damià. El conjunto visitante se sintió ganador desde ese mismo momento y ya pensó más en lo que sucedía en otro campo, concretamente en el Vicente Calderón. El Betis puso empeño y hasta se vio beneficiado por la doble expulsión, pues el sevillista era Daniel, el mejor de todos, pero eso es muy poco a estas alturas del siglo XXI para toserle siquiera a un Sevilla que es tremendamente superior por la diferencia de calidad de sus futbolistas. Todo fue muy normal y hasta todos tienen motivos para festejar, y también para lamentar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios