Fútbol l Primera División

El objetivo ahora es ser segundo

  • La inoperancia del Barcelona ante el Espanyol deja como única aspiración blaugrana el subcampeonato

Un nuevo tropiezo del Barça, esta vez un empate a cero contra el Espanyol en el Camp Nou, encara al conjunto barcelonista hacia un único objetivo hasta el final del campeonato: la segunda plaza de la Liga.

El Barcelona sumó un punto, el séptimo de los 24 últimos que ha disputado en la Liga, un bagaje insignificante para un equipo que pretendía echarle un pulso al Madrid en la recta final de la Liga en la disputa del título.

Al final del partido, el Camp Nou volvió a dar un recital con el pañuelo al aire, aunque en esta ocasión el gesto común fue más para castigar el celo del árbitro con las tarjetas y por haberse mostrado tan flexible ante la pérdida de minutos por parte del Espanyol, que a falta de un cuarto de hora para el final dio por terminado el choque y entró en una dinámica de dinamitar el partido.

El Barcelona se sintió muy incómodo con un Espanyol tan defensivo, que le dejó pocos espacios y no escondió sus cartas desde el primer minuto; cerrar todos los huecos en defensa y lanzar rápidos contragolpes contra la meta de Víctor Valdés. Por contra, lo que no contemplaba el Espanyol era que las vías para llegar a la meta rival estarían menos colapsadas de lo esperado.

Con el balón en los pies, el Barcelona fue el de hace tantas semanas, el que no transmite ningún temor al rival. Contra el Espanyol, montó un centro del campo tocador, pero también corpulento, con Gudjohnsen, Touré y Xavi.

En ataque, con Eto'o y los dos jóvenes Bojan y Giovani, quienes intercambiaban con asiduidad sus posiciones, el Barça tampoco daba sensación de peligro.

El primer aviso del partido lo dio un remate de cabeza de Moisés Hurtado, en el minuto 1, en el que el balón salió rozando el larguero de la meta de Valdés. El Espanyol observó que ante sí tenía un rival sin ideas determinantes.

A partir del cuarto de hora, el Barcelona encadenó una serie de acciones ofensivas, con disparos a media distancia y centros peligros contra la meta de Kameni que hacían presagiar que el gol llegaría en breve. Sin embargo, el desacierto más que notable en el remate final, así como algunas intervenciones de Kameni, impidieron que el marcador se moviese.

El Camp Nou no vibró hasta la salida en el minuto 40 de Messi a la banda para calentar, reflejo claro de lo que estaba siendo el encuentro.

Los primeros minutos del segundo tiempo, ya con Messi en el campo, fueron los mejores del Barça, en los que intimidó a un Espanyol que cambió de marcha e impuso un juego duro ante el que el Barça se fue perdiendo.

Hasta el final del choque, el Espanyol invirtió todas las fuerzas en perder tiempo. Entre faltas, tarjetas amarillas y jugadores medio lesionados, se apagó el partido, acompañado de pañuelos en el graderío, esta vez dirigidos al árbitro, cuando en las dos anteriores ocasiones la protesta había sido contra la directiva y el entrenador, Frank Rijkaard.

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