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Los picos de la retaguardia

  • La defensa es el termómetro de los altos y los bajos del equipo de Aíto, que encaja bastante menos en los triunfos. En ocho de las 12 derrotas la diferencia superó la docena de puntos.

Aunque los halagos se suceden cada vez que alguien habla sobre el Cajasol, con razón, no hay que perder de vista algunos errores que padece el equipo y que el cuerpo técnico trata de subsanar desde comienzos de la presente campaña, no siempre con fortuna. La defensa, aquí y en parte del extranjero, es uno de los puntos clave sobre el que se sostiene el armazón de un equipo. El Cajasol ha demostrado en bastantes ocasiones este ejercicio que cuando se pone a ello es una de las mejores escuadras en esta parcela del juego. Ahí radica buena parte del éxito, a tenor de que ofensivamente no se encuentra en la élite de la Liga ACB.

Abundando en la retaguardia, se aprecian pronunciados picos comparando las victorias con las derrotas de los sevillanos. Los números en este caso son muy fiables y demuestran que del mismo modo que los cajistas ponen todo el empeño del mundo atrás cuando ganan también se vienen abajo y desconectan en este vital apartado cuando pierden. El promedio de puntos recibidos por los jugadores de Aíto García Reneses en los triunfos revela la intensidad defensiva en esos encuentros, encajando únicamente 64,3 puntos en esos 13 compromisos que sacó adelante; sin embargo, el viento vira por completo en cuanto el signo del choque no es favorable, pasando a ser el promedio de 84,8 puntos. Total, al equipo hispalense le endosan una veintena más en los reveses que en las alegrías, así de simple.

Muchas veces recurre Aíto en su discurso a esta circunstancia, recalcando que sus jugadores deben tener más continuidad y constancia a la hora de defender, no desenchufarse de las labores defensivas. De hecho, el Cajasol, en esos partidos que se le atraviesan, recibe muchas canastas con bandejas fáciles y también al contragolpe a causa de las pérdidas.

Esta estadística es relevante de igual forma que la renta media entre los puntos anotados y recibidos en las victorias y en las derrotas apenas tiene relevancia, puesto que el promedio en los 13 éxitos en ataque fue de 71,2 puntos, mientras que en los 12 tropiezos baja hasta 69,1, una renta insignificante.

Si se va desgajando esta estadística, otro de los datos importantes está relacionado con las palizas que sufre el joven conjunto sevillano. Cuando el partido se tuerce, lo hace por completo. En ocho de las 12 ocasiones que cayó sobre la lona el Cajasol esta temporada la diferencia fue superior a la docena de puntos: en San Pablo, contra el Unicaja (65-85), el Real Madrid (62-97), el Valencia Básket (77-95) y el UCAM Murcia (73-93); fuera de casa, en Pucela (81-68), en La Laguna (75-59), en Málaga (89-76) y en Vitoria (101-65).

Por tanto, sólo en cuatro derrotas el conjunto de Aíto estuvo más o menos con aspiraciones de victoria hasta el final del encuentro: en San Sebastián (76-71), en Murcia (89-85) y en Sevilla frente al Bilbao Básket (72-75) y el Barcelona (57-62).

En definitiva, en dos tercios de los batacazos los hispalenses apenas cuentan con opciones para el triunfo; no en vano, la diferencia entre los puntos recibidos y anotados en las derrotas es de casi 16 puntos de promedio, mientras que en las victorias se reduce esta media a menos de siete por choque.

A una plantilla tan joven y que está dando tan buen resultado, en plena pelea por el play off, poco más se le puede pedir, aunque trabajando la concentración mental seguro que no hay tantos picos en la retaguardia y la evolución sigue en aumento.

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