Tenerife | sevilla atlético · la crónica

Un premio al oficio

  • Concentración El Sevilla Atlético controló el juego durante todo el encuentro, pese a que el Tenerife tuvo la posesión del balón Meritorio El filial sevillista sumó su decimonoveno punto a domicilio

El Sevilla Atlético volvió a ser el incómodo huésped de toda la temporada y se trajo de Santa Cruz de Tenerife su decimonoveno punto como visitante en la presente campaña. El punto sumado cuenta con el valor añadido del oficio mostrado por los canteranos en el último tercio de la segunda mitad, periodo en el que el conjunto tinerfeño se volcó con más fe que eficacia, alentado mayormente por la ambición del goleador Nino y por una grada irredenta.

El equipo tinerfeño comenzó el encuentro desbocado. La intensidad que marcó el conjunto local desde la salida del balón en la zaga aturdía al filial sevillista, desbordado desde todas las parcelas del terreno de juego, pero sin perder el norte, un norte que consistía en un férreo candado impuesto por el capitán Lolo en una línea de atrás clavada en su preciso lugar.

La posesión del balón era tinerfeña. Cuando la pelota llegaba a los dominios de N'Diaye, Azoye o Nino, en los tres cuartos del campo, el esférico rodaba atosigantemente veloz. Además, los laterales locales, Héctor y Blanco, se sumaban a la fiesta con alegría. El Sevilla Atlético, entretanto, esperaba con paciencia, como prediciendo que el depósito del Tenerife disponía de escaso gas.

Con todo, el primer disparo a puerta tuvo la firma de los sevillistas, a cargo de un centro chut de Armenteros, tras el saque de una falta desde el ala diestra. Era el minuto 14 de juego y los jugadores de Fermín Galeote se iban despojando del vendaval inicial rival al compás de un goteo. Con el marco de Javi Varas a buen recaudo, fruto del buen hacer de Lolo y David Prieto y del orden de la maraña defensiva, el conjunto filial comenzó a mirar con ambición hacia los dominios tinerfeñistas, hasta ese instante inmaculados de las botas canteranas.

Ante lo adelantado de la zaga y la atosigante presión locales, que anulaba a los extremos y la medular sevillistas, únicamente quedaba el recurso de Juanjo, a quien los balones le caían gélidos, y con el incensante aliento de los Sicilia y Juanma en su cogote. Las jugadas a balón parado, sin embargo, convertía en un flan las piernas de los zagueros tinerfeños. Ahí encontró el Sevilla Atlético una mina en la que el petróleo manaba a raudales.

La medular tinerfeña, con un N'Diaye que se achicaba conforme transcurrían los minutos y un Longás desacertado en la conexión con Nino y Ayoze, reculaba y daba muestras de una creciente debilidad. Galeote se percató y mandó a los suyos a dar un paso adelante. Armenteros, Salva Sevilla y Perotti, sobre todo éste último, obedecieron con creces a su entrenador. Perotti se sentía a gusto caracoleando, Armenteros y Salva Sevilla se acomodaban en un esmerado triángulo con el vértice de arriba, Juanjo. La concateneación de faltas generadas por los atacantes sevillistas creaban la alarma en las líneas locales, a quienes los minutos le iban pesando con exageración.

A falta de cinco minutos para el intermedio, Lolo avisa al meta Juan Pablo, con un lejano disparo de un golpe franco. Al poco, llegó la jugada del gol. Un tuya-mía de Perotti y Salva Sevilla le llegó a este último. Armenteros dibujaba un espléndido desmarque al hueco del que se percató Salva Sevilla. El argentino ganó la espalda de los rivales, llegó a la línea de fondo y centró con precisión a un Juanjo que remató desde donde tenía que estar el ariete del filial.

El 0-1 con el que se llegó al descanso soliviantó a los tinerfeños, que volvieron a salir con hambre en la renaudación, presionando desde Nino hasta el meta Juan Pablo. El Sevilla Atlético, sin embargo, hacía un fortín de su portería y su atalaya, Juanjo, pese a sucumbir en la guerra con los zagueros tinerfeños, ganaba pequeñas pero valiosas batallas por alto.

La pérdida de tiempo se hacía un aliado más. Las faltas provocadas con oficio por los jóvenes canteranos hacían mella en el rival. Pero enfrente se encontró con un Tenerife herido de orgullo y futbolistas como Nino, Ayoze y Óscar Pérez mantenían el pulso de los isleños. En una jugada aislada, David Prieto llegó tarde a un balón controlado por Nino en el interior del área y barrió al punta almeriense tras tocar el balón. El colegiado señaló el penalti sin dudarlo, transformado a continuación por Ayoze, uno de los destacados del Tenerife ayer. Pese a ser únicamente el minuto 55, el encuentro tenía visos de dar para poco más. Los sevillistas firmaban un empate que volvieron a disfrutar como un premio mayor: habían tumbado por oficio a unos jugadores del Tenerife que hasta podrían ser sus padres.

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