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El problema de no interpretar el fútbol (1-1)

  • El Sevilla no sabe leer el partido contra el Levante ni en lo individual ni en lo colectivo y cede un empate de manera más que justa. Con el 1-0, todo funcional mal y la reacción tras el empate llega demasiado tarde.

Decepción del Sevilla en uno de sus días más obtusos del presente curso. El equipo de Emery no se pareció absolutamente en nada al que había comparecido hasta ahora, sobre todo contra los equipos inferiores a él, y lo pagó al final por un error individual de Beto, que permitió al Levante alcanzar una igualada más que merecida para el cuadro que ahora entrena Lucas Alcaraz. Pero sería injusto centrarse exclusivamente en el error del guardameta por mucho que éste fuera decisivo, claro que sí. El problema fue del colectivo, de un equipo que jamás supo interpretar lo que le estaba exigiendo el juego, sobre todo después de ponerse por delante y de tener todos los ases en su mano para haber decantado el litigio a su favor.

Pero el Sevilla no estaba fino en esta ocasión y eso se pudo ver desde el primer lance del juego. No en vano, Carriço, cuando ni siquiera se habían consumido dos minutos, ya se veía obligado a sacar un balón de Víctor Casadesús de la misma línea de gol previa caída de su compañero en el centro de la defensa, Arribas. El zaguero madrileño era la principal novedad entre los once elegidos por Emery debido a la lesión de Pareja. En esta ocasión, el técnico vasco había refrescado algo menos que en otras ocasiones la alineación, pues entraban en ella el propio Arribas, Coke, Banega, Vitolo y Bacca. Cinco futbolistas de campo, de cualquier manera, lo justo para que el esfuerzo físico del pasado jueves contra el Standard no se notase. 

Tal vez no lo haría en ese apartado físico, aunque futbolistas trascendentes como Krychowiak o Carriço sufrieron un desgaste tremendo y contagiaría con ello al resto del colectivo. La cuestión a discernir es si eso tenía que ver con el partido contra el Standard o con los compañeros que ayer tenían a su lado. Apuesten por lo segundo, ya que el Sevilla echó tremendamente en falta a Mbia, incluso a esa versión menos buena del africano que había aparecido tanto en Bilbao como en algunas fases del compromiso intersemanal. Banega, al contrario de lo que se presuponía, fue incapaz de imponer su criterio en el centro del campo para que toda la maquinaria funcionara engrasada y eso fue influyendo en la capacidad de un Krychowiak que tampoco tuvo su mejor día precisamente. ¿Y de Arribas? Aparte de la caída en la primera jugada, se ajustó al guión de lo previsto y demasiado hizo incluso con aguantar de pie en el tramo final después del golpetazo junto al ojo que se llevó en un cabezazo con El Zhar. 

Eran algunas de las piezas individuales que no iban a responder para que el colectivo se resintiera, pero no serían las únicas. Mención aparte merece un Deulofeu que tal vez sea el principal factor desequilibrante. Lo es para lo bueno, pocas veces aunque decisivas por su participación en los goles, como fue ayer con su excepcional pase a Vitolo, y también para lo malo. El extremo catalán tiene facultades, está claro, pero rara vez toma la decisión adecuada cuando le cae el balón y lo peor de todo es que puede conducir a la esquizofrenia a quienes están a su lado. Bacca ya no sabe si debe tirar un desmarque, esperar un centro o sencillamente limitarse a ver lo que hace Deulofeu, pues nunca se sabe si va a conducir hasta dejarse la pelota atrás, va a centrar, va a devolver el balón a quien viene de cara o sencillamente lanzará un disparo duro a puerta por muy pocas opciones de éxito que tenga en ese momento.

Es un verdadero galimatías descifrar cómo va a acabar la jugada cada vez que el balón pasa por el catalán y eso, a veces, conduce a que el resto de sus compañeros bajen los brazos a la hora de pelear en otras tareas más ingratas. Por eso, Deulofeu fue decisivo, para lo bueno, en la jugada de la media hora, con un centro espectacular a la testa de Vitolo que servía para acabar con un periodo de juego en el que el Sevilla no había sabido imponer su condición de equipo más poderoso que el Levante. Todo lo contrario, los visitantes incluso fueron valientes en su presión inicial y robaron el balón muy arriba, cuestión en la que también tuvo mucho que ver Banega hasta arrastrar incluso al siempre fiable Krychowiak.

Pero ponerse con uno a cero en el marcador, después del primer parón por las atenciones médicas que requerían la barbilla de Beto, debía ser fundamental para que aquello variase. Vitolo, que tampoco estaba muy fino hasta entonces, comenzó a participar algo más, llegaba a conectar con Denis Suárez, pero todo acababa cuando se producía la apertura hacia la derecha. Ahí, Deulofeu, tuviera ventaja o no, contara con un compañero en mejor disposición o no, se empeñaba en alterar toda la cuadrícula.

Después de que el partido se fuera hasta el minuto 51 antes del intermedio, en el arranque del segundo periodo sí se vería un Sevilla más dominador de la situación, pero todo se quedaría más en el huy de la grada que en un peligro real. Bacca sí la tuvo, pero prefirió resolver en solitario en lugar de dársela a Deulofeu, tal vez en una devolución de favores. Y quien perdió fue el equipo, el colectivo. Porque el Sevilla se fue yendo del campo poco a poco, minuto a minuto.

No es que el Levante hiciera nada del otro mundo, pero sí parecía más metido, incluso favorecido por los parones de Arribas, de Beto... Hasta que llegó el regalo del guardameta portugués y, lógicamente, lo aprovechó. Uno a uno y otra vez a remar, pero resultó curioso que entonces sí se vio a un Sevilla más intenso e incisivo, hasta el punto de tener varias oportunidades claras. ¿Por qué si tenía aún esa capacidad, se dejó ir tanto entonces? Son cuestiones complicadas de entender, pero lo cierto es que el Sevilla no supo leer lo que le exigía el juego y esta vez lo pagó muy caro. Los dos primeros puntos que deja de sumar ante un rival inferior.

 

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