Levantar la decimoctava Copa del Rey después de una sequía de casi 20 años no es suficiente para evaluar ni como aceptable la campaña del todopoderoso Real Madrid. Y menos si el que le moja la oreja es eterno rival. Fichar a José Mourinho, aquel joven que arribó en Barcelona como traductor del malogrado Bobby Robson y que obtuvo tres títulos con los azulgrana (torneo del K.O., Recopa de Europa y Supercopa de España), allá por el año 1997, no ha sido el antídoto que elimine el dominio del conjunto de Pep Guardiola. Es más, la herida puede ser más sangrante si en el nuevo estadio de Wembley Puyol levanta la Copa de Europa ante el Manchester United de Rooney, Chicharito, Nani...

La pasada temporada, con Pellegrini al mando, los blancos alcanzaron los 96 puntos, una brutalidad que cualquier otro año hubiese supuesto el campeonato. Pero, claro, enfrente tenía al por muchos mejor equipo de la historia que sumó tres más. Además, la eliminación copera ante el Alcorcón y el enésimo tropiezo en la Liga de Campeones ante el Olympique de Lyon supuso que rodara la cabeza más visible y a la vez fácil: la del chileno.

Florentino Pérez, ese mandamás que todo lo puede, volvió a abrir su cartera para intentar desbancar del trono al Barcelona. No escatimó en gastos: Di María, Özil, Khedira, Pedro León, Canales, Carvalho y Adebayor, este último en el mercado invernal. Una nueva revolución, un nuevo equipo para que Mourinho devolviese a los blancos a la cúspide del fútbol mundial. Pero en esto del fútbol en la mayoría de las ocasiones la filosofía que se implanta en La Masía desde que los chavales empiezan a golpear la pelota, le gana el partido a los euros.

sin balón

Ahí radica el verdadero peligro del Real Madrid. Mourinho ha llegado a eludir descaradamente la posesión del esférico sin temor a las reprimendas del exigente público del Santiago Bernabéu. La velocidad de Di María, ausente esta noche en el Ramón Sánchez-Pizjuán por acumulación de tarjetas, y de Cristiano Ronaldo, unida a la calidad que desprende las botas de Özil, son el mejor arma atacante de los blancos. Pero no la única. Adebayor, para el juego estático, el de bajar a recibir y repartir juego, o la movilidad de Higuaín o Benzema amplían la baraja de posibilidades de Mourinho en ataque.

con balón

En torno al cerebro Xabi Alonso gira todo el fútbol merengue. Si no aparece el Madrid sufre en demasía y las ideas brillan por su ausencia. La velocidad en las bandas y la internadas de Marcelo y Sergio Ramos por los costados desde segundas líneas son opciones claras de cara a puerta.

lo mejor

El contragolpe frenético gracias a la velocidad de sus hombres.

lo peor

Ante rivales de similar entidad el conjuntos de Mourinho sufren cuando el adversario se pone por delante en el marcador y se obceca en abusar de Cristiano.