El telón se abre para el mayor espectáculo de golf del año: Tiger Woods, el mejor jugador del planeta, retorna a la competición tras ochos meses de lesión y lo hace con la ambición intacta y provocando a sus rivales.

"Nada ha cambiado. Llego al torneo para ganar. Estoy absolutamente en forma", señaló el estadounidense de 33 años antes de que este mediodía deje atrás en Tucson 253 días de abstinencia golfista en el Match Play Championship. Su rival en la primera eliminatoria será el australiano Brendan Jones. Atrás quedará esa imagen de dolor de junio de 2008, su última presencia sobre el césped, cuando ganó el US Open. Entonces, se tuvo que operar por cuarta vez en la rodilla por un problema en los ligamentos y una fractura por estrés. Con su regreso insufla esperanza a los patrocinadores y a los organizadores de los torneos para que se frene la dramática caída de hasta el 50% en las cuotas de audiencia de televisión. General Motors no renovó en 2008 el contrato con el golfista, que, según estimaciones, se embolsa al año 80 millones de dólares sólo por publicidad. La salida del golf del gigante del motor fue una señal negativa para el deporte en tiempos de crisis económica mundial.

"No creo que yo solo pueda resolver el problema. Lo único que realmente puedo controlar es mi juego. Nosotros, como colectivo, debemos hacer un mejor trabajo", destacó el número uno mundial, quien, a pesar de la pausa de ocho meses en la que fue padre, ha conservado su puesto de privilegio. La ventaja era lo suficientemente grande como para mantener a distancia a sus rivales.

En cuanto al torneo, hasta el viernes se disputarán los choques en forma de eliminatoria sobre 18 hoyos. El sábado y el domingo los jugadores clasificados a la final disputarán 38 hoyos cada día.