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El salto definitivo a la Superliga

  • A sus 16 años, María Zambrano pertenecerá esta temporada al primer equipo del C.A.V. Esquimo Dos Hermanas, con el que cumplirá el "sueño" de jugar contra las mejores del voleibol nacional

María Zambrano.

María Zambrano. / M.G.

Algo especial debe tener María Zambrano (Tomares, 2003) para haberse ganado ficha en el primer equipo del C.A.V. Esquimo Dos Hermanas a una edad tan temprana. En el año que le corresponde dejar cadetes para pasar a juveniles, la receptora ya prepara de forma individual su llegada a la Superliga Iberdrola, “un sueño” del que espera aprender en todos los aspectos. “No sé cómo va a ser entrenar desde el principio con ellas, pero seguro que me van a acoger bien”, dice respecto a sus nuevas compañeras.

María comenzó a jugar a voleibol con ocho años, en las escuelas deportivas de Tomares. Y fue hace dos temporadas cuando se enroló en las filas del cuadro nazareno. Pese a ser aún una cadete, Magú, técnico del primer equipo, ya la tuvo en cuenta a finales de la campaña 2017-18, haciéndola debutar con las mayores. “Era el último partido de la liga. Me llevaron a La Rioja y en el tie break y jugué unos puntillos”. Aunque reconoce que estaba “bastante nerviosa”, María asegura que ya entonces se sintió parte del equipo. “Todas las compañeras me trataron como una más, no me trataron como una novata”.

Casi año y medio después, se puede considerar como tal, pues este curso que viene será integrante de la plantilla. “Me lo confirmaron a finales de temporada. La verdad es que mi entrenador de cadete me lo estuvo diciendo desde antes. Yo realmente no me lo creía, porque soy bastante joven para el primer equipo, pero al final vino Magú y nos lo ofreció”, explica.

Desde aquel momento, María se mentalizó para llegar lista a la pretemporada. Y ahora mismo trabaja en casa, “haciendo pesas, sentadillas, flexiones, etc.”. Por fortuna, no queda rastro la lesión que le tuvo en el dique seco durante tres meses el curso pasado. En un entrenamiento, se rompió la apófisis de una vértebra al chocar con una pared.

Cuando se le pregunta por su posición, María se detiene a recordar que no siempre ha actuado de receptora. “Yo, cuando empecé a jugar, empecé de central. Fue uno de los motivos por los que me cambié a otro equipo. Porque he estado en selecciones y los seleccionadores me recomendaban que cambiase de posición, porque yo de central no podía tener futuro. La mínima estatura que requiere eso es 1,90. Ahora en el Cajasol sí estoy jugando de receptora”, comenta.

No obstante, al hablar de ídolos, ella se decanta por un opuesto, el italiano Ivan Zaytsev. “Desde pequeña lo admiro bastante”, admite. Si tiene que elegir una referencia a nivel nacional, sí elige a una jugadora de su misma demarcación, la receptora almeriense Ana Escamilla, que milita en el Barcelona y a la que, con algo de suerte, se podrá medir esta temporada. “Me fijo mucho en ella porque es buenísima. La veo cuando juega con la selección española y flipo con ella”.

Asimismo, María asegura que “elegir a un entrenador es muy complicado” y asegura que todos los técnicos que ha tenido desde que se inició en el voleibol han “aportado algo” a la jugadora que es hoy en día.

Aunque el deporte le ‘roba’ muchas horas, ella no deja de lado los estudios. No titubea al decir que compagina bien una cosa y la otra, “aunque ahora llega el Bachillerato y habrá que esforzarse más”. De cara al futuro, ya tiene planes en mente. “Tengo dos ideas, pero son muy diferentes entre ellas. Yo voy a tirar ahora por la rama de ciencias biológicas, porque me gustaría estudiar biomedicina. Pero también me gusta la profesión de policía”. Con 16 años, tiene tiempo de sobra para decidirse.

Pero sus deseos en el ámbito del voleibol estarán aquí en octubre. Y María tiene claro que los va a disfrutar. “Es que para mí es un sueño jugar en la Superliga. Y ahora que me ha llegado la oportunidad…”.

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