El Getafe ensanchó su historia, superó a un equipo legendario, venido a menos, y se situó entre los ocho mejores de la Copa de la UEFA, en los cuartos de final, en el año de su estreno en Europa. Con un equipo sostenido por alfileres por las nueve bajas que condicionan la capacidad de maniobra de su técnico, el danés Michael Laudrup, el cuadro madrileño aprovechó las miserias que apresan a la entidad lisboeta para proyectar su imagen en el fútbol europeo. Superviviente en las tres competiciones que disputa, aumenta el Getafe su capacidad para recrearse en los sueños. Un club joven invadido por la ilusión de crecer. Todo lo contrario que el Benfica, plagado de lustre en su historial, pero que sobrevive de los recuerdos.

El amenazador arranque del Benfica fue ficticio. La avalancha con la que encaró al Getafe advirtió presumibles angustias para los locales que después se diluyeron. En ese arrebato, el ex sevillista Makukula se topó con un balón en el área que lanzó al palo.

Fue hasta que la defensa madrileña se ajustó. De la Red, central de emergencia ante el cúmulo de bajas de su equipo, puso orden.

El uruguayo Albín, con su rapidez, fue el que puso en evidencia a la zaga visitante en más ocasiones. En la más clara, en una contra, envió alto un centro de Gavilán, lo que tuvo su respuesta en un tiro de Rui Costa que abortó Abbondanzieri. El Benfica iba a por todo y movió el banquillo.

Pero Albín su premio a doce minutos del cierre. De la Red se sumó al ataque para orientar un contraataque y el uruguayo, solo, hundió al Benfica con un toque sutil, por arriba del portero. El resto fue celebrar un hecho histórico.