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A la tercera, tampoco

Ni en Maracaibo, ni en Río de Janeiro ni en Santiago. Lionel Messi sufrió su tercera gran decepción con la selección argentina, con la que sigue sin poder emular los éxitos que logra en el Barcelona.

Cabizbajo, esperó solo, sentado en el césped, la entrega de premios tras la final, mientras los jugadores chilenos, el estadio Nacional y todo el país celebraba la conquista de la Copa América.

Messi se levantó para recoger su medalla. Fue el primero en hacerlo, pero en cuanto se la colgaron, se la quitó. Otra vez miraba la copa de reojo. Luego, con la mirada de nuevo en el suelo, pasó por delante de los periodistas sin pronunciar palabra.

Messi parece incapaz de celebrar si no está acompañado de Xavi Hernández, Andrés Iniesta o Daniel Alves. Ni siquiera su buena relación dentro y fuera de la cancha con Javier Pastore, Pablo Zabaleta, Sergio Agüero y Ángel Di María se concreta en trofeos.

Realizó un partido discreto, siempre maniatado por la defensa chilena, y fue el único que anotó su penalti en la tanda en la que se definió el título. Su actuación fue tan gris como la que protagonizó en la Copa América de Venezuela 2007 en Maracaibo, cuando aún no era líder de un equipo que con Juan Román Riquelme a la cabeza perdió por 3-0 ante Brasil.

También pasó extrañamente desapercibido en Río de Janeiro ante Alemania en la final del Mundial de Brasil, el título que necesita para poder compararse definitivamente con Pelé y Diego Maradona. De momento, y a sus 28 años, debe conformarse con el Mundial sub 20 logrado en 2005 y con el oro olímpico en Pekín 2008. Premios menores para el ganador de cuatro Balones de Oro y considerado uno de los mejores futbolistas de la historia.

La fracasada Copa América prolonga además el difícil idilio de Messi, que se fue de niño a España, con una Argentina donde nunca jugó y donde algunos llegaron a discutir su compromiso porque tardó en igualar su rendimiento de albiceleste con el habitual de azulgrana. Pese a que ahora ya es el líder buscado no fue suficiente para ganar el trofeo y ya son tres las finales perdidas, en las que, para más inri, no ha marcado.

Aunque ya no se distingue como hace un tiempo entre el Messi del Barcelona y el que juega con Argentina, sus números en las finales que viste de azulgrana son otros: desde 2006 ha disputado 24 partidos, incluyendo finales de Liga de Campeones, Copa del rey, Supercopa de Europa, Mundial de clubes y Supercopa de España. De todos esos duelos, ganó 16, empató tres y perdió cinco. Y anotó la friolera de 20 goles, toda una hazaña en comparación con su sequía cuando defiende los colores de Argentina.

El astro no hace un gol en instancias eliminatorias de un torneo desde hace ocho años, en la semifinal de la Copa América 2007 ante México. Pasó todo el Mundial de Sudáfrica 2010 y la Copa América 2011 sin marcar, y en Brasil 2014 sólo anotó en la fase de grupos. En Chile, su único tanto fue de penalti, también en la fase previa.

Messi, que completó una temporada perfecta con el Barcelona, deberá esperar para festejar a la Copa América Centenario de 2016 en Estados Unidos, o al Mundial de Rusia 2018, quizás su última oportunidad.

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