EL DERBI SEVILLANO

La tortilla de aquel mayo del 97

  • La afición bética se sacó la espina del inesperado 3-3 del eterno rival en sólo dos minutos

Hace 16 años, en un fin de semana de Rocío, un derbi celebrado también en el Benito Villamarín dejó a una afición de planchada como ayer se quedó la del Sevilla. El 3-3 de aquella temporada, la 96-97, dejó una huella en el beticismo por cómo se produjo. El Betis entonces entrenado por Lorenzo Serra Ferrer ganaba en el minuto 87 con un 3-1 que parecía definitivo. La grada festejaba ya el triunfo con unas connotaciones especiales, pues significaba mucho más que ganar un partido al eterno rival porque aquel Sevilla se iba a Segunda División sin ninguna remisión y era poco menos que la puntilla, el rejón de muerte.

Pero en dos minutos, todo cambió. Salva Ballesta, en el 89, y Jesús Galván, hoy segundo de Ramón Tejada en el filial, en el 90, hacían posible un empate imposible por el que ningún sevillista daba un duro. Aquella tarde, porque entonces los partidos se jugaban a horas decentes, Julián Rubio explotaba de alegría como anoche lo hacía Pepe Mel. La afición sevillista se frotaba los ojos al ver cómo su equipo lograba una victoria moral después de un partido, como el del Betis ayer, muy mal gestionado, pues no supo el Sevilla hasta ese tramo final del choque sacar ventaja de la expulsión que en el minuto 28 sufrió Roberto Ríos -curioso, ahora segundo de Mel en el banquillo del Betis- tras cometer un penalti sobre José Mari. El gol inicial de Robert Jarni, el empate desde los once metros de otro Robert, Prosinecki, otro gol de Jarni antes del descanso y lo que parecía la puntilla de Juan José Cañas -tío del actual jugador verdiblanco- encontraban el postre inesperado con los tantos de Salva y Galván.

Anoche, en el derbi 116 de la historia en competición oficial, el 86 en Primera División, el beticismo se sacó esa espina con un derbi de idénticos parámetros que aquel histórico duelo. Ningún sevillista podía imaginar que con 0-3 su equipo podía dejarse empatar este encuentro y, al revés, ningún bético se podía pensar que los suyos le iban a hacer ese regalo.

Pero el choque tuvo muchos puntos que analizar. Evidentemente, un partido así de loco iba a significar que se convirtiese en el primer 0-3 que remonta el Betis y también la primera vez que se deja ir el Sevilla con una ventaja así esta temporada. Pero influyeron varios factores. En la primera mitad las distancias fueron la pesadilla de los de Mel en su incapacidad para robar. Entre Cañas y Beñat sólo recuperaron una vez el balón. En la segunda, el Sevilla acusó el tremendo esfuerzo realizado hace sólo cuatro días, el lunes, ante el Athletic. Por supuesto que la expulsión de Medel -una muestra más de la nula profesionalidad de este futbolista- fue el empujón al pozo. Sólo quedaba que el Sevilla se ahogara. Y así fue, aunque después de un esfuerzo titánico y como más duele, muriendo en la orilla como lo hizo aquel Betis de Serra contra un Sevilla que parecía muerto y que lanzó dos zarpazos cuando nadie lo esperaba. Nosa Igiebor fue el héroe en verdiblanco como Galván lo fue en aquella tarde del 17 de mayo de 1997. También hubo polémica con el balón que sacaría Unzué después en la raya. Los sevillistas que pudieron lo festejaron en El Rocío; ahora a los béticos les queda una semana de Feria. Esto es fútbol, esto es un derbi, esto es Sevilla.

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