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La tranquilidad caduca

  • El Sevilla necesita domeñar al Sporting en su complicado feudo para mantener el crédito de su reacción en Mestalla. El duelo entre Clemente y Míchel, un atractivo sólo a pie de campo.

Que no se equivoque nadie ni se lleve a engaño porque las cosas en el fútbol no cambian tan rápido. Son como son. Ni antes de la llegada de Míchel este equipo era tan malo ni ahora es tan bueno. Quedémonos con el término medio. ¿El empate ante el Atlético? Puede ser. El objetivo es parecerse al de la segunda parte y desterrar el recuerdo de la primera en la cita de hace una semana, pero también el señuelo pueden ser los primeros 45 minutos ante el Espanyol, ante el Betis o en la Copa con el Valencia. En todos estos últimos partidos el Sevilla llegó a un buen nivel con Marcelino, pero no tuvo continuidad. ¿La tiene ahora? En ello, en conseguirlo, está Míchel, que daría un espaldarazo a su gestión del vestuario si hoy se anotara un triunfo ante un adversario en serios apuros como es el Sporting. Lo que ocurre es que son precisamente los rivales en dificultades, los que tienen un plus de motivación aunque sea por la propia angustia, los que le hacen pasar malos ratos al Sevilla. No es de ahora esto. Es algo casi históricamente aprendido por su afición, que no suele fiarse mucho de su equipo en días así.

Pero bueno, no queda otra que ir de cabeza a por una victoria que le dé sentido a la esperanzadora tarde que el equipo de Míchel completó en Mestalla en la anterior visita. Es la única manera de dejar en positivo la cuenta de resultados del entrenador madrileño desde su llegada tras quedarse a medias ante el Atlético de Simeone. Ello, empatar en el Sánchez-Pizjuán, trajo como primera consecuencia el que el objetivo de la Champions, por la vía de la cuarta plaza por supuesto, se fuera un punto más lejos, a cinco ahora de esa sorpresa llamada Levante. Toca hacer otro esfuerzo para recortar y en lo que debe pensar el equipo de Míchel es en que el adversario que hoy tendrá enfrente está penúltimo y con el desahuciado Zaragoza de Jiménez a una victoria de diferencia. Es la mejor manera de abstraerse del ambiente siempre hostil y caliente que reina en El Molinón hacia sus visitantes.

Muchísimo más en esta ocasión, con toda la carga de morbosidad que por mucho que Míchel quisiera evitar siempre trae consigo un enfrentamiento suyo con Javier Clemente. Como tampoco ha habido muchos duelos entre ambos en los banquillos -sólo uno hace un par de años que acabó con un soso 0-0-, es hasta cierto punto (y sin el hasta cierto punto) lógico que este Sporting-Sevilla adquiera tanta literatura en sus horas previas, justo hasta que el balón empiece a rodar y sean los jugadores los protagonistas, argumento al que con acierto suele recurrir Míchel para apartarse modestamente de esa primera línea de escaparate que está condenado a presidir por su pasado, por su rol mediático y por la imagen que también -a qué negarlo- cultiva de cara al exterior.

Pero Míchel es un tipo listo. Si alguno no se había dado cuenta, ha quedado suficientemente demostrado en el mes justo que lleva en Sevilla con tres o cuatro decisiones a las que la fortuna también ha respaldado. Pero tampoco puede dormirse el técnico, que, como el vampiro de la sangre, necesita de los triunfos para seguir activo. Todo eso sin poder pararse a pensar en los que no están. No es poca cosa el resumen de las bajas que acumula el Sevilla en esta cita cantábrica. Negredo, Medel y Kanoute (Cáceres ya no cuenta) estaban llamados a ser y son tres piezas clave en este grupo y si en el caso de los dos primeros el sevillismo tenía hecho el cuerpo, la ausencia del franco-malí ayer, a la hora de la convocatoria, dejó a más de uno helado. Ello coloca a Babá casi con toda la responsabilidad ofensiva y el senegalés, con la confianza que cogió tras marcar ante el Atlético, tiene una segunda oportunidad de seguido. La duda está en el acompañante, con más papeletas para Manu del Moral para tocar lo menos posible y que Reyes siga en la banda. Es verdad que eso le otorgaría al equipo muy poca capacidad de manejo del balón a no ser que Míchel se decidiera a adelantar a Rakitic. Para el centro del campo, en ese puesto tan cogido con alfileres que un simple resfriado (hoy es por sanción) de Medel lo pone todo patas arriba, según lo ensayado en los últimos días, parece que será Fazio el sustituto. Ello conllevará que en el centro de la defensa también haya cambios con el añadido de que Spahic viaja tocado.

En el rival intentará sacar tajada de tanto cambio de pieza en la zaga un delantero peligroso e interesante como Barral, casi el único clavo al que puede asirse este Sporting que tuvo que desprenderse de Diego Castro y que sabe que en su afición tiene un gran empuje. La labor de Clemente y su motivación extra por medirse a su gran enemigo futbolístico y personal, Míchel, siempre da un toque de pragmatismo a sus equipos. Habrá que ver si repite el planteamiento de la última vez que se enfrentó al Sevilla, en un encuentro en Valladolid en el que se sacó de la manga un marcaje individual para Jesús Navas, Barragán, con la consiguiente asimetría que una acción así tan pegada a la banda provocaba. Así y todo, venció a aquel Sevilla de Antonio Álvarez, aunque después no pudo evitar el descenso.

El Sevilla se juega mucho en este maravilloso enclave del paraíso que es Asturias porque el fútbol no tiene memoria nada más que para mirar la clasificación. Ganar en Valencia estuvo muy bien, pero de aquello ya hace tiempo y tampoco lo refrendó en Nervión con otro triunfo sobre el Atlético. Todo tiene su fecha de caducidad y hay que renovarlo.

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