Sevilla-Deportivo · el otro partido

Los últimos serán los primeros

  • Mbia hace disfrutar a niños y mayores en la plácida mañana dominical, ideal para el puro deleite futbolero. El Deportivo se unió al hermanamiento.

Stephane Mbia es el ídolo perfecto. Tiene idéntico exotismo que el rey mago Baltasar, el rey negro, el preferido de muchos niños. Y a eso une el puntito de genialidad, a veces aparejada a esa displicencia táctica que lo desaconseja para ciertas citas de nivel, con el que se hace acreedor del cariño de niños y mayores. Los pequeños, cuando juegan en las plazas de la ciudad a la pelota, ya imitan sus gestos para celebrar goles con una grada que lo adora, una grada atestada en la plácida matinal dominical. Ayer no se cruzó de brazos. Realizó bien su trabajo y marcó dos goles, uno de cabeza, otro con la izquierda. Ya es con Bacca el máximo goleador del Sevilla, tras su primer doblete.

Cinco goles lleva ya este ídolo que se subió al barco el último día, tres en Liga y dos en Europa. Hizo buena la parábola de la viña, del Evangelio según San Mateo. "Los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos". Unai Emery esperaba quizá otro mediocampista. Pero Monchi le trajo a Mbia con la Liga empezada y sin haber hecho pretemporada. El camerunés, que esta semana vuelve a irse para disputar partidos de clasificación para la Copa de África, no pudo incorporarse hasta casi dos semanas después de firmar por una temporada. Ése es el margen de fiabilidad que le da el Sevilla a un hombre que el curso pasado fue decisivo en la consecución del tercer título europeo para los de Nervión, pero que sólo jugó la mitad de los partidos de Liga por sus problemas físicos y su irregularidad.

El héroe de Mestalla, el héroe menor de Rijeka, ya es un héroe cotidiano en este Sevilla que este domingo aprovechó el horario matinal para deleitar a los suyos con el despliegue de toda su panoplia. No pudo elegir mejor Unai Emery el día para poner sobre el césped a su once más ofensivo. Ante miles de aficionados de todas las edades, de padres con sus niños, cerca de 40.000 personas dispuestas a disfrutar del fútbol, ante el mismísimo Rakitic, que vio el encuentro en un palco con su mujer y su hija antes de bajar al vestuario a felicitar a sus ex compañeros, todo el arsenal sobre el campo. Deulofeu, Denis Suárez, Vitolo, Mbia, Éver Banega en su puesto natural, el de medio centro creativo, Tremoulinas... y Bacca, que ayer hizo de todo: marcó su golito haciendo historia -el 3.500 de la Liga, emulando a Kanoute, que hizo el 3.000-, falló un penalti que detuvo Germán Lux y le dio el pase de la muerte a Mbia para que el nuevo ídolo infantil hiciera el segundo de sus tantos, con un preciso zurdazo por alto a la primera. El primero fue de soberbio testarazo picado que no pudo detener el meta argentino, a centro perfecto de Deulofeu en un saque de esquina.

El talentoso extremo gerundense sacó su faceta más generosa. Tres de los cuatro goles partieron de sus botas. El susodicho 1-0, de córner; el 2-1, de Bacca tras un excelente pase a la espalda de la defensa; y el 4-1, de Vitolo al aprovechar el pase de su compañero, que realizó un extraordinario eslalon.

La mañana sirvió para la reivindicación del Sevilla del talento, aunque enfrente no había un equipo de verdad. El Deportivo se unió cándidamente al hermanamiento que auspician Biris Norte y Riazor Blues. Y el Sevilla llega al segundo parón como tercero, mientras por Nervión aún resuenan los ecos de los vítores a Mbia, el ídolo ideal.

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