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De verde esperanza

  • Ni el amago de disensión de la semana rompe el vestuario, la mejor ancla a la que Mel se aferra para tomar aire.

Ni la victoria ante el Valencia sirvió para atemperar los ánimos en Heliópolis, sobre todo tras el varapalo copero sufrido a orillas del Guadalquivir a su paso por Córdoba, por lo que el triunfo de ayer, en las cercanías de otro río con aroma bético como el Manzanares, sí debe servir como bálsamo definitivo para un vestuario que amagó con una inoportuna disensión a mitad de semana y que la finalizó con unos abrazos de sincera alegría.

En un 18 de diciembre, día de la Esperanza, de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza de la Hermandad de San Roque, el Betis compareció en el Vicente Calderón vestido de verde, como si también se quisiera unir a los homenajes que ayer se le ofrecían en la capital andaluza a la Divina Maternidad de María. De verde esperanza, ésa misma que Pepe Mel nunca perdió en su trabajo y en sus jugadores, se inundó la grada del estadio colchonero con las peñas béticas de la capital de España y con esos cientos de aficionados que emprendieron la enésima marcha verde.

El tercer triunfo bético como visitante en esta temporada se cimentó el jueves, en la soledad de una ciudad deportiva cerrada a cal y canto para Mel y los suyos, y donde unos y otros dejaron cerrado el debate que se inició con las palabras del técnico en Córdoba. Mel siempre entendió que la mejor ancla a la que aferrarse para su continuidad en Heliópolis lo marca el vestuario, de ahí que no tardase en reaccionar en cuanto el malestar pareció instalarse en torno al mismo. Su autocrítica y la de la plantilla acercó las posturas, algo que se evidenció sobre el terreno de juego del Calderón, con un ejercicio de solidaridad y sacrificio que permitió devolver la alegría al beticismo.

En el día de la Esperanza, que también lo es de Triana, un canterano criado en sus calles y que lleva el verde por bandera se convertiría en protagonista del triunfo bético. Alejandro Pozuelo, a quien le costó ganarse las simpatías futbolísticas de Mel pero que con su tesón sirve de ejemplo para el resto de jóvenes de los escalafones inferiores, se estrenó como goleador en Primera División, allanando el camino con una de esas definiciones a las que tan acostumbrado estaba este año con el filial verdiblanco. Pozuelo, trianero como Dani, ese otro bético que alcanzó la gloria bética en el Calderón, se ha ganado por derecho propio convertirse en la mayor esperanza de la cantera para esta temporada y Mel ya lo considera uno de los suyos.

La esperanza, la misma que el preparador bético siempre ha profesado a Santa Cruz, por más que éste recibiera los silbidos de la grada, encontró su recompensa con el gol del paraguayo, quien mereció alcanzarlo a la primera, pero que mantuvo la fe para conseguirlo tras pelear el rechace del larguero a su impecable disparo.

La Hermandad de San Roque o la Esperanza de Triana se aliaron ayer con un Mel que aumenta semana tras semana su santoral. Si ante el Valencia -como captaron las cámaras de Canal +-, el técnico se colocó en la solapa de su traje a la Virgen del Rocío que le entregaron unos aficionados antes del encuentro, ahora deberá añadir a las Esperanzas. Dos victorias consecutivas despejan el panorama de su equipo, que llega a final de año tomando aire, con el vestuario más unido que nunca y confiando en la remontada copera. Y lo hará encomendándose al verde esperanza.

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