Sevilla

20 de diciembre, cuatro y media de la tarde, en Castellana, 3

  • La tarde del día que lo mataron, Carrero Blanco tenía una cita con una amplia delegación sevillana para dar su respaldo al proyecto industrial que implicaba el Canal Sevilla-Bonanza

Henry Kissinger adelantó por problemas de agenda la fecha de su entrevista con el presidente del Gobierno español. En lugar del día 21, viernes, la adelantó al 19, miércoles. Y esa reunión que mantuvieron en el número 3 del Paseo de la Castellana, sede de la Presidencia del Gobierno, el 19 de diciembre de 1973, fue la última que celebró el almirante Luis Carrero Blanco. A las cuatro y media de la tarde del día siguiente, jueves 20, tenía previsto recibir en su despacho a una nutrida representación sevillana para darle el visto bueno al proyecto industrial que acompañaría al Canal Sevilla-Bonanza. Esa reunión, obviamente, nunca tuvo lugar. La inexistencia 40 años después de ese proyecto es una secuela más del atentado que le costó la vida al marino de Santoña, 32 años en los gobiernos de Francisco Franco.

El martes 18 salió para Madrid el alcalde de Sevilla, Juan Fernández Rodríguez-García del Busto, que unos meses antes había certificado el traslado de la Feria desde el Prado hasta Los Remedios. Estaba muy unido a Carrero Blanco como ex hermano mayor de Pasión. El presidente del Gobierno había jurado junto a su mujer el libro de Reglas de la hermandad en 1961 y el día 24, Nochebuena, el cardenal Bueno Monreal ofició un funeral por su eterno descanso en la iglesia del Salvador.

El gobernador civil, Víctor Hellín Sol, que antes lo había sido en Baleares, salió para Madrid la misma mañana del jueves. El tiempo era horrible. En Sevilla habían caído árboles con unos vientos que alcanzaron hasta 130 kilómetros por hora, cayeron 37 litros de agua por metro cuadrado y hubo que cerrar el aeropuerto de San Pablo. Circunstancia que obligó a retrasar el partido de Copa Sevilla-Erandio, que se disputaría la tarde del mismo día 20. Betis y Sevilla estaban en Segunda. El Betis era segundo y el Sevilla estaba en la zona media. El último domingo había perdido contra el Baracaldo y fue destituido su entrenador, el austriaco Ernest Happel.

También estaba en Madrid el presidente de la Diputación, Mariano Borrero Hortal, yerno del presidente, casado con su hija Carmen Carrero. En la sesión plenaria del 15 de diciembre, además de entregar los trofeos taurinos y universitarios, ya anunció la trascendencia del proyecto del Canal Sevilla-Bonanza y la predisposición favorable de su suegro.

La audiencia le había sido solicitada al presidente por José Utrera Molina, sensibilizado con el tema por haber sido gobernador civil de Sevilla -también lo fue de Burgos y Ciudad Real- y a quien Carrero Blanco hizo llamar a Ginebra, donde participaba en una sesión de la Organización Internacional de Trabajo, para comunicarle su nombramiento como ministro de Vivienda en junio de 1973. Los pormenores de la frustrada reunión los detalla Utrera Molina en sus memorias Sin cambio de bandera. La delegación sevillana aprovecharía la cita para expresarle su gratitud "por la aprobación de importantes planes urbanísticos", según Utrera Molina.

El 20 de diciembre de 1973 se dio curso legal a los nuevos billetes de 500 pesetas y en el cine Trajano de Sevilla, versión original con subtítulos, se estrenó El discreto encanto de la burguesía, con la que Luis Buñuel había obtenido el Oscar de Hollywood a la mejor película extranjera. Se sorteaba un viaje al Caribe entre los espectadores que acudieran al Álvarez Quintero a ver 007 Vive y deja morir, con Roger Moore. Se estrenan Cásate con una sueca y verás, ¿Qué me pasa, doctor? y El abuelo tiene un plan, con Paco Martínez Soria. El rey de la cartelera era Bud Spencer, con dos títulos en los cines de Sevilla (¡Más fuerte, muchachos! y Los ángeles comen judías), pero el estreno más impactante tenía lugar el viernes 21 en el cine Imperial. La adaptación de la novela de Frederic Forsythe se presentaba con atractivos reclamos. Nombre: Chacal. Profesión: Asesino. Objetivo: De Gaulle.

El objetivo era Carrero Blanco. Una presa bien fácil. "Su domicilio figuraba en la guía de teléfonos", dice Raymond Carr en su libro España 1808-1975. Llevaba años observando la misma rutina: "Oye misa y comulga, regresa a casa, desayuna con su mujer y marcha al trabajo en Castellana, 3", escribe Juan Eslava Galán en La década que nos dejó sin aliento. Una década que arranca con la explosión que mandó el Dodge Dart conducido por José Luis Pérez Mógena a un tejado de la residencia de jesuitas del número 104 de la calle Claudio Coello. Una calle en la que nació la madre María Purísima de la Cruz, que cogió el testigo de Ángela Guerrero, y en la que murió el poeta Gustavo Adolfo Bécquer.

El funeral lo ofició el sábado 22 de diciembre el arzobispo de Madrid, cardenal Vicente Enrique y Tarancón. El mismo día que como cada año se celebró el sorteo de la Lotería. El gordo (número 34739) cayó en Madrid. Era el quinto presidente del Gobierno que moría en atentado, después de Prim, Cánovas, Canalejas y Eduardo Dato. La programación televisiva se iniciaba a las dos menos cuarto y para ese día habían programado unos minutos musicales con Marisol. Los niños de entonces, cubiertos por la pátina de las cuatro décadas, podían ver ese 20-D Los Picapiedra, Los Chiripitifláuticos y Las aventuras de Gaby, Fofó y Miliki. En sesión de noche ponían esa noche Desayuno con diamantes, de Blake Edwards. Un desayuno basado en la novela de Truman Capote muy distinto del que formaba parte de la rutina del almirante.

Además de Kissinger, que estuvo acompañado en la entrevista por el ministro de Asuntos Exteriores, Laureano López Rodó, hubo otras delegaciones importantes. En sendas visitas privadas, llegaron esos días a España los reyes de Grecia, más tarde derrocados, y la vicepresidenta argentina, Isabel Rodríguez de Perón. Esa misma semana Johan Cruyff, que había debutado dos meses antes con el Barcelona, recibía el título de mejor futbolista europeo y anunciaba en los periódicos, que costaban seis pesetas, calzoncillos y camisetas de la marca Jim. España debería jugarse un partido de desempate en París contra Yugoslavia para una plaza en el Mundial de Alemania 74 al que finalmente no acudió.

En Sevilla tuvo mucho impacto el asesinato de Carrero Blanco. En la prensa de la época (Abc, El Correo de Andalucía) aparecieron imágenes que corroboraban esa relación: el presidente de vacaciones en Chipiona, desde donde en una ocasión viajó a Sevilla para reunirse con los ministros económicos para tratar de la crisis monetaria internacional; de visita en el Alcázar acompañado por su arquitecto-conservador Rafael Manzano; en Dos Hermanas en la coronación canónica de la Virgen de Valme, su primera aparición pública nada más ser nombrado presidente del Gobierno, su ascenso político en 1973 después de haber estado en todos los gobiernos de Franco desde 1941; o recibiendo la medalla de oro del Consejo General de Hermandades y Cofradías.

"Yo formé parte de aquella comitiva", dice el periodista Nicolás Salas. "El atentado contra Carrero Blanco supuso la muerte del proyecto Canal Sevilla-Bonanza. Él era partidario al cien por cien, pero con su muerte los señores que fagocitaban los proyectos catalanes y vascos no quisieron saber nada de él. Todos contra Sevilla. Las provincias limítrofes contra Sevilla; Madrid contra Sevilla; el País Vasco y Cataluña contra Sevilla. Ahí murió ese proyecto de un polígono industrial a lo largo de un canal de 83 kilómetros con un puerto a derecha e izquierda funcionando de día y de noche".

Ciertamente fue una década que nos dejó sin aliento, como dice Eslava Galán. Además de Bud Spencer, Paco Martínez Soria o Louis de Funes -era el actor más popular de Francia- valdría cualquier película de Hitchcock: Vértigo, Frenesí... Si la década empezara en la mañana de ese jueves, cronológicamente llegaría hasta un día antes del España-Malta, del que mañana se cumplen treinta años. Por medio, la muerte de Franco, el indulto a los presos, el regreso de los exiliados -al Régimen le preocupaban mucho más entonces los emigrantes, a los que ofrecía trenes y rebajas telefónicas para hablar con sus familiares-, la legalización de los partidos, la Constitución, la muerte de dos papas, el Mundial de España, el triunfo socialista... Pontecorvo le puso título a la película: Operación Ogro.

El sevillano José Antonio Moreno Jurado ganaba el Adonais con el libro Ditirambo para mi propia burla. Ricardo de la Cierva y Curro Romero eran algunos de los galardonados con los Populares del diario Pueblo, que dirigía Emilio Romero. El día de Navidad, Juanita Reina iniciaba un ciclo de recitales hasta final de año en el teatro Lope de Vega acompañada por Caracolillo, Enrique Montoya y Los Marismeños, que además aparecían como plato fuerte de algún cotillón.

El primer domingo después de la muerte de Carrero Blanco, el Betis venció en Riazor al Coruña con un gol de Benítez y con el empate del Cádiz se encaramaba al liderato. El Sevilla vencía por la mínima al Córdoba. El equipo de Nervión tendría que esperar a la temporada de la muerte de Franco para regresar a Primera. El Betis lo hizo en la primavera del 74. El día 28 reaparecía Urtain.

El día que mataron a Carrero, las portadas de los periódicos se centran en la crisis del petróleo: escalada de precios del barril en Libia y Argelia. Cuando Carrero llama a Utrera Molina, que se quedó sin replicarle en Ginebra a los sindicalistas franceses, lo recibe en su despacho con estas palabras: "Supongo que tendrás noticias de que hay crisis". Estaba en lo cierto. Kissinger se despidió el día 19 y viajó a París para entrevistarse con Georges Pompidou, el argelino Buteflika y el vietnamita Le Duc Tho.

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